EXTRA: Sasha Alcocer

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SASHA

Se nota la ausencia de mi princesa en esta enorme casa; su risa, su voz, su carita. Le pedí que me ayudara con mis negocios y acepto encantada, hice renovaciones, añadí cosas nuevas, necesitaba una mente joven y con ideas buenas, quien mejor que ella. Dentro de unos días también iremos a Londres a ver cómo marchan las cosas por mi empresa.

Luego de dejar todo en orden, venimos a Malibú, se quedó a dormir aquí y hoy apenas hace tres horas se fue, cuando Leticia Miller le llamó para invitarla a comer a ella y a León.

No se lo he dicho a ella, pero esa relación tan precipitada que tiene con León no me termina de convencer, no sé que opine Leonardo, aunque lo más seguro es que esa relación no le agrade como a todo padre protector con su única hija mujer, con mi cuñada es fácil saber lo que opina, esta tan contenta como toda madre que le gusta ver a sus hijos felices, aunque en momentos si veo la duda en sus ojos.

Me alegraría si León fuera otro hombre, todo lo contrario a lo que es, no me gustaría que le hiciera daño a esa niña que he visto crecer, que se podría esperar de un mujeriego como él, he conocido muchos, otros más cercanos que los demás, sobre todo el último que resultó ser peor.

Sé que fue decisión de ella aceptar esa relación y la respeto, pero no estoy de acuerdo, aún sabiendo como era León, cuando me lo conto no se veía como una mujer enamorada e ilusionada cuando comienza con una relación, se veía como una mujer aburrida, harta de su pareja. Aunque ahora...

-Señora Sasha, acaba de llegar un hombre preguntando por usted - me dice Mila cuando entra a mi habitación y yo me estoy probando uno de mis vestidos nuevos.

-¿Te dijo su nombre? - le pregunto admirando la imagen a través del espejo del vestido caoba de una sola manga sobre mi cuerpo.

-No, señora.

-Mila, ya te he dicho que no dejes pasar a nadie sin que primero te digan su nombre - me doy media vuelta para verla.

-Discúlpeme señora - agacha la cabeza avergonzada.

-Está bien, solo que no vuelva a pasar, ¿Entendido? - tomó su mano y levanta la cabeza sonriendo amable.

-Si, señora.

-Me cambio y bajo.

Asiente y se va.

Me pongo el vestido blanco de encaje ceñido al cuerpo y las plataformas, arreglo mi cabello y salgo del vestidor, bajo porque me da curiosidad saber quién es ese hombre, en otra ocasión le diría a Mila que diga que no estoy o me encuentro indispuesta.

Bajo y a unos cuantos metros cerca de la entrada, lo veo, se había tardado en venir.

Dante Farina, un empresario naviero italiano, que conocí hace tres años, en un viaje que hice a Italia, después de retirarme como modelo, aunque él ya me había conocido en un desfile donde asistió como invitado.

Es alto, guapo, atractivo, con un porte muy varonil, elegante, tiene muy buen gusto, es un caballero, siempre ha sido muy delicado conmigo, es el hombre perfecto para cualquier mujer, excepto para mí. No me interesa involucrarme con ningún hombre.

Yo solo nací para soportar tacones, no hombres.

Luce un traje negro, muy bien peinado lleva su cabello negro, en una mano trae una pequeña maceta de cerámica blanca con una orquídea rosa. Dante sabe captar los pequeños detalles.

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