CAPITULO 30

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AITANA

Que no vaya a hacer un escándalo, que no lo vaya hacer...

Sus manos siguen apretando tan fuerte mi cintura, ambos estamos tensos.

Mi tía Paulina nos mira a los dos expectante como esperando que reacción tendrá el hombre que hace apenas unos minutos me acariciaba y besaba.

Con Oriana no es diferente; mira las rosas con cierto coraje y sus ojos se dirigen a nosotros con la ceja levantada, específicamente a León que no le presta atención a nadie mas que a las rosas de mi ex.

—Rosas — dice entre dientes.

Quiero tratar de alejarme de sus brazos, pero pareciera que lee mi mente, porque me sujeta más, apresandome entre ellos.

—Son... son muy bellas — dice mi tía Paulina, sin saber exactamente que hacer o decir.

Ni yo lo sé.

Con su comportamiento supongo que piensa que mi actual novio no reaccionara muy bien si mi anterior novio me envía flores.

—Tú y yo quedamos en algo, y ese pendejo no tiene porque mandarte nada, ya no eres de él. Nunca lo fuiste — me voltea bruscamente y me lo dice sin apartar la mirada de la mía, su mirada oscura.

—Él siempre ha sido así — es todo lo que digo viéndolo antes de que me cargue colocándome en su hombro sacándome un jadeo de sorpresa.

Todo rápidamente, me cargó como sino pesara nada.

Escuchó un gritito de parte de mi tía e igualmente un jadeo de sorpresa por parte de Oriana.

—¡¿León que haces?! — escuchó a mi tía toda alarmada.

Maldito idiota.

—No te preocupes, está todo bien — la calmo, con la respiración agitada por el movimiento de León hacia mi.

León avanza furioso conmigo en su hombro a la salida y en su camino le arrebata las flores a Paulina.

—¡Nada está bien!, ¡tú eres mía! — grita.

Mis ojos se abren más de lo normal.

Veo a Oriana que quedó atrás de nosotros y no puede con su furia, León se está pasando con esto para darle celos, siento que su actitud es más para eso que por las flores de Hernán.

Que gran actor, aunque no tiene que exagerar.

Salimos y los guardaespaldas se nos quedan viendo, Fred parece tranquilo, ya está acostumbrado a ver qué León me cargue así cuando saca más su lado demente y Joe bueno, él solo mira confuso.

En grandes zancadas ya estamos dentro del ascensor viendo a las dos mujeres y a los guardaespaldas sorprendidos, mi tía parpadea asombrada.

Mi cabello me cae todo hacia enfrente y él trata de que no se me vea el culo, poniendo sus manos en él y sujetando el vestido para que no se vea nada.

—¡Bájame! — me remuevo en su hombro, el aparato comienza a descender.

—Cállate que en estos momentos tu voz no me gusta nada — me advierte.

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