CAPITULO 49

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LEÓN

Debió haberse quedado aquí, en mi casa, descansando en mi cama, que ahora también era de ella. De esa manera no puedo estar completamente al pendiente de ella, pero es una maldita terca que insistió en volver, hasta que lo consiguió.

Por lo que me ha dicho está bien, las pesadillas que la acechaban por las noches, desaparecieron y eso extrañamente me da un alivio que es aún más extraño sentirlo.

Cada lágrima, cada golpe, grito, súplica, pesadilla, el miedo que sintió. David lo está pagando millones de veces peor, no me iba quedar tranquilo ante lo que vivió por su culpa, a ella no se le toca, y se lo deje en claro cortando cada uno de sus malditos dedos, las heridas le son curadas, no porque me importe su vida, sino para que no se infecten y su muerte sea más rápida librandose de su tortura. Con cada tortura deseara su muerte, la tendrá pero con sufrimiento en su camino a ella.

La mantuve al margen, porque no quiero involucrarla más, quiero que tenga esa paz que ella necesita. Por eso le dije que él ya estaba detenido y muy lejos, verla nerviosa no era lo que quería y por eso le mentí. David tendrá su karma, uno sádicamente elaborado por mi, mi sistema entero se llena de vida al ver sus lágrimas implorando, la cara llena de moretones y sangre, las manos sin dedos.

Muy pronto estará sin sus malditos ojos, que tomaron el error de posarlos en ella, sus malditos dientes y lengua que pronunciaron la belleza de su nombre y su asqueroso e inservible miembro pequeño, que deseo lo que es mío, lo que tanto me gusta y lo que en mi egoísta vida pienso compartir con nadie.

El hecho de que sea mi primo no me remueve la consciencia, yo nunca lo he visto como parte de mi familia, porque no tengo. Solo lo veo como una asquerosa rata de alcantarilla, él y su madre no valen la pena, pudiera decir que de los Black el único decente era su padre, pero como no lo conocí lo suficiente no puedo dar una buena opinión.

Así día tras día va perdiendo fuerzas, debido a la baja de peso, está mucho más delgado, la piel se le pega a los huesos, no ha comido, si acaso poco menos de la mitad de un pan duro que de rara vez mis hombres le dan por órdenes mías, su piel pálida en una mezcla de diferentes tonos gracias a las consecuencias de mis torturas.

Cada que vuelvo de mi empresa después de ver y besar a Aitana en su departamento, me encaminó al lugar donde tengo a esa rata para darle toques eléctricos y cortar su piel, hasta ver sus lágrimas salir mezclándose con la suciedad, con la sangre seca y la nueva que sale.

Luego de estar dos días seguidos siguiendo con mis torturas sin descanso, lo que queda de su cuerpo cae sin vida, planeaba dejarlo vivir sin sus extremidades y se arrepintiera todos los días por lo que hizo al verse frente al espejo, pero no quiero que siga robando más oxígeno, que respirará el mismo que Aitana y yo.

Fred saca su cuerpo mutilado en bolsas de plástico negras, para llevarlas al basurero y los gusanos o los perros se traguen su podrida carne.

Antes le hice tragar sus genitales, después de que lo incendie de esa parte, totalmente quemado. Imploro clemencia, me valió mierda y se los hice tragar a la fuerza, luego de eso su lengua y dientes desaparecieron.

No me importa asesinar adiestra y siniestra, cuando se meten en dónde no deben, cuando quiero que ella esté a mi lado sin afectaciones.

Vuelvo a mi penthouse para darme un baño e irme al departamento de Aitana, con la imperante necesidad por ver esos ojos cielo, muero por comerle la boca y sus labios me reciban dulces y arrolladores.

31 de octubre por la mañana:

Hoy cumplo un año más de vida, la que por cierto ha sido muy exitosa.

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