Capitulo I

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Para Sam, toda la vida había sido el balanceo de un péndulo entre dos grandes oquedades, el mundo tangible, que todos veían, y con el cual no había problema en interactuar; y el mundo intangible, que desde niño aprendió, que sólo podía ver él

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Para Sam, toda la vida había sido el balanceo de un péndulo entre dos grandes oquedades, el mundo tangible, que todos veían, y con el cual no había problema en interactuar; y el mundo intangible, que desde niño aprendió, que sólo podía ver él.

Lo intangible, aquello que ningún humano debería ver, espíritus y monstruos que se ocultan a simple vista, detrás de cada puerta, y cada ventana, a veces como simples ocupantes, a veces como verdaderos demonios...

A Sam le había tomado tiempo darse cuenta de la diferencia, de notar que nadie más platicaba con ese hombre que aparecía en los rincones del patio de la escuela, o que sólo él podía ver al gato gris que a veces vagaba por su casa, era difícil entender a corta edad porque nadie saltaba del susto cuando pasaba frente a la vieja casa del centro, o porque nadie sentía el frío que emanaba de ciertos lugares, o veía las sombras en las ventanas de casas sin huéspedes.

Le había costado aceptar que de hecho, la preocupación de sus padres era razonable, que el que lo llevarán a hablar con psicólogos para preguntar de sus "alucinaciones", era lo que cualquier persona normal haría, ante lo inexplicable.

Pero los psicólogos nunca ayudaron realmente, y un día Samuel, harto de no saber si lo que veía era real o producto de su imaginación, decidió hacer un peligroso experimento.

Y se dejó llevar por las almas.

Fue solo la estupidez de un adolescente, que cansado de percibirse como un loco, en su desesperación decidió abrazar la locura; y así, sin saber de verdad cómo comenzar, optó por comprar con su mesada todas las revistas espiritistas que pudo, sacó de la biblioteca todos los libros de fantasmas que encontró, y armado con el conocimiento de cien charlatanes... se internó en la vieja casa del centro.

Jamás habló con nadie sobre lo que pasó esa noche ahí, pero al regresar al mundo tangible, el joven Samuel volvió con una mirada medio muerta y con dos conclusiones, una, que todo aquello que veía, era de hecho, real... y dos, que eso era mil veces peor que estar solo loco.

La supra percepción que le permitía notar el mundo intangible, era un "don" por el que Sam simplemente habría pagado por no tener, y que constantemente le hacía preguntarse, ¿Por qué?, ¿Por qué de todas las personas, él tenía que ser quien podía ver a los muertos?

Porque eso eran, muertos, almas errantes, o espíritus en pena, cuyos asuntos pendientes los dejaban vagando por la tierra, atados a lugares, objetos o personas, a veces varados durante tanto tiempo, que era difícil saber si alguna vez fueron humanos.

Sin embargo, eso a Sam le traía sin cuidado, él no quería tener nada que ver con el mundo intangible, no quería este "don", decidió ignorarlo, se volvió experto en pasarle por un lado como si no existiese, aún sí en ocasiones era aterrador.

Y fue así como siguió con su vida, estudió arquitectura, consiguió un buen puesto en una inmobiliaria, estaba comenzando a verse con uno de los vendedores (un atractivo rubio de Noruega) y por un momento realmente creyó que su vida podía ser normal, ser como la de cualquiera...

Camina conmigo en el velo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora