Capitulo VI

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Sam despertó al día siguiente demasiado temprano para su gusto, con un dolor de cabeza intermitente, producto de su propia estupidez

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Sam despertó al día siguiente demasiado temprano para su gusto, con un dolor de cabeza intermitente, producto de su propia estupidez... O eso reflexionó en la cama mientras reunía fuerzas para empezar el día.

Otra vez no había avanzado nada de su trabajo, después de cenar había intentado continuar con su plano, pero estaba pensando en otras cosas y finalmente prefirió ser feliz y dormir.

A ese paso unos ojos ámbar serían su ruina.

Se regañó mentalmente por pensar eso, no era culpa del otro, si por si mismo no era capaz de medir sus tiempos y su nivel de subnormalidad... Así que se levantó y se preparó para irse, incluso aprovechando que aún no salía el sol para adelantar un poco, esperando que eso significara que no sería despedido.

Realmente no pensaba que su nuevo compañero fuera a cumplir su promesa, era demasiado temprano cuando salió a buscar un café y poco más para iniciar el día, pero no le preocupaba eso, le dejaría llaves de la casa y una nota a Fargan, con que estuviera cuando volviera... Con eso era suficiente.

Esas palabras habían resonado sobre la cabeza del azabache cuando se quedó congelado al ver a Fargan con audífonos moviendo un poco sus caderas mientras preparaba el desayuno, el café estaba en la jarra listo y caliente para ser tomado.

Parpadeó un par de veces considerando que seguía dormido, y se sentó como un zombie en la barra mientras se servía café, dejando su maletín en la silla a su lado.

Tardó un par de sorbos del líquido amargo en darse cuenta que no soñaba.

—Estás despierto...

David se giró al ver que había despertado el dueño de la casa, sonriéndole, y quitándose sus audífonos, colocando su reproductor de música en la barra junto a un plato con el desayuno y una pequeña bolsa.

—¿Sorprendido? Aquí tienes tu almuerzo.

—Je... Un poco, ni siquiera yo quiero despertar a esta hora —bostezó sobre su café, pero sonrió leve cuando se le presentó el desayuno—. Gracias... No me arrepiento de la propuesta de matrimonio ahora.

—Pues espero aumentar puntos porque me levanté contra mi voluntad e hice milagros otra vez con el desayuno y con tu almuerzo, no lo abras hasta que llegue la hora de la comida —apagó la hornilla de la estufa para ir a su lado y rozar su hombro en forma de saludo, para ir a recostarse en el sofá

Por su parte Samuel no hizo mucha conversación pues se sentía lento por el sueño, pero desayunó con una ligera sonrisa, y antes de irse, se acercó al sofá, tomó la mano ajena con suavidad para dejar en esta una llave solitaria, la llave de repuesto de la entrada.

—Confío que el almuerzo será igual de bueno que el desayuno... Y que no me robarás la casa —riéndose bajito, se despidió.

Fargan se estaba quedando dormido pero fue despertado por el contrario, le sonrió de lado cuando recibió las llaves y se sentó con algo de dificultad en el sofá para sacar un llavero con muchas llaves pequeñas, colocando la nueva a su lado

Camina conmigo en el velo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora