Sam pasó la noche en vela, pero aun así no logró terminar su plano, sin embargo y afortunadamente al ir al día siguiente al trabajo encontró que su compañero de trabajo y amigo lo había cubierto, así que el día fue menos estresante de lo que pensaba, aunque aun así debía terminar ese y otros encargos para el final de la semana, lo cual significaba noches excesivamente pesadas en los próximos días.
Su mejor consuelo era que ahora no tendría que estar a horas insanas en la oficina, y podía llevarse el trabajo a casa, porque sonaba mucho mejor enfrentar al niño de la curva en compañía que solo.
Sin embargo, entre tanto y tanto, de todas formas terminó regresando a casa bastante tarde, lo bastante como para creer que su nuevo compañero de casa estaba dormido.
A Samuel le molestaba este hecho ya que al salir temprano y con prisa, ni siquiera había tenido oportunidad de hablar mucho con su compañero, y tal vez el contrario tendría un par de palabras para él, cuando después de todo había olvidado dejarle las llaves...
Aunque siendo honestos, tal vez no era mala idea no darle llaves de momento...
Finalmente a la única conclusión a la que llegó Sam, fue que debería escabullirse a su estudio y tratar de hablar con el contrario por la mañana, pues necesitaban establecer acuerdos de convivencia, más allá del par de cosas básicas que ya llegaron a hablar.
Por su parte Fargan se había vuelto un poco loco al estar técnicamente encerrado, demasiado tiempo para pensar para su gusto... se la había pasado tratando de hacerse amigo de la gatita del pelinegro y explorando un poco, pero no se había atrevido a mover más que en la cocina para hacerse de comer, además, no había podido hablar con el dueño de la casa.
Lo había escuchado irse, pero no logró despedirse, y lo escuchó llegar, pero cuando salió a recibirlo se había escabullido como el gato que era, y decidió no molestarlo.
Así que estaba pensando otra vez... Y siendo honesto, eso era lo único que no quería hacer en ese momento, por lo que se sentó en la orilla de la suave cama, y se levantó como pudo, principalmente porque el resultado de tanto pensar fue un hambre terrible, ya ubicaba la cocina de sus exploraciones diurnas, ya sabía que ahí no había mucho que sacar, y la mayoría ya se lo había comido en el día; pero tal vez podría conseguir algo de cenar, sin necesidad de importunar a Samuel...
Sin saber nada de esto, de alguna manera, Sam había logrado concentrarse en lo suyo y trabajar, encontrando que el saber que había alguien más en la casa, resultaba más reconfortante que molesto, y le permitía trabajar sin escalofríos recurrentes.
Había progresado notablemente en unos cálculos, llegando a considerar que tal vez si tendría tiempo de dormir un poco, cuando escucho un ruido en la cocina, uno lo bastante audible como para hacer que dejara el lápiz y se levantará a investigar.
Aunque cabía la posibilidad de que fuera su invitado, aún suponía que este ya estaba dormido, y no quería encontrarse de frente con un espíritu o un ladrón, dos escenarios no muy apetecibles, así que fue lento y en silencio, hasta asomarse a la cocina, dónde afortunadamente no encontró un fantasma o un asesino, pero si a un castaño que no debería estar ahí.
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Camina conmigo en el velo...
FanfictionEn las vibrantes calles de un Karmaland ambientado en los años setenta, Sam, un arquitecto atormentado por la capacidad de ver fantasmas, se cruza con David, un hombre que ha caído en la ruina debido a los persistentes espectros que lo acosan. A pes...