CAPITULO 18

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Krestell

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Krestell.

Demon está en coma.

Eso es lo único que mi mente se dedica a repetirme y recordarme durante el trayecto a mi casa. Ni siquiera quiero llegar a ella y enfrentar a mi bebé porque si, estoy siendo una maldita cobarde y eso es lo que soy.

Nada más que una maldita cobarde.

Las lágrimas no se detienen, papá me mira de reojo sin soltar el volante ni la atención del frente. Su mano vuela a la mía y la aprieta haciendo saber que tengo su apoyo en todo momento y lo sé, pero aún así a él no le molesta recordármelo cada cinco minutos.

Dejar a Dasha, Demian y a su madre en el hospital me hizo sentir más culpable aún, pero no había mucho que pudiéramos a hacer ya que no podíamos verlo todavía. Según lo que el médico mencionó después, querían tenerlo bajo observación las siguientes horas para percatarse de cualquier cambio o si empeora.

—Ya llegamos, mi vida.

La voz de papá me saca de mis adentros haciéndome saber que llegamos a nuestro destino. Salgo del auto con las piernas temblorosas, cuando estoy frente a mi puerta meto la llave en la cerradura y la giro dentro abriendo la puerta, papá y yo adentrándonos a mi casa. Al hacerlo, el nudo en mi garganta me impide respirar con normalidad.

Muerdo mi labio inferior cuando veo a mi hijo jugar con sus juguetes desperdigados por toda la sala, Thomas juega con él y Anne se dedica admirarlos desde el sofá con la mirada iluminada. Hermosa escena.

Cuando mi hijo se percata de mi presencia deja caer su juguete favorito en el suelo y en pies descalzos corre en mi dirección con sus bracitos abiertos.

—¡Mimi! ¡Abu!

Me agacho a su altura antes de que termine de llegar a mi y dejo que rodee mi cuello con sus bracitos y me abrace con fuerza. Me pierdo en su delicioso olor a bebé y lo aprieto con fuerza contra mi como si en algún momento me lo fuesen a arrebatar.

—Mi amor—beso su cabecita y sus mejillas regordetas y  coloradas. Su risa me infla el pecho en un sentimiento inexplicable que solo Dylan puede ocasionar.

Mi hijo se aleja de mi para correr a los brazos de su abuelo, era mucho el tiempo en el que no se veían ninguno de los dos.

—Campeón.—papá lo recibe gustosamente y lo alza en sus brazos, despejando su cabellera oscura—¿Cómo está la cosita más hermosa del mundo?

—¡Súper!

—Eso es genial.

Los dejo a ambos para que se pongan al día y termino de acercarme a mis amigos, Thomas y Anne que se encuentran de pie en mi espera.

LITTLE SECRET [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora