LITTLE SECRET [+18]

CAPITULO 13

Krestell.

Inmediatamente pongo un pie en el primer escalón de la casa de mis suegros  todo de mi tiembla con temor a lo que pueda suceder cuando entre a esa casa.

Su auto está aparcado afuera de la casa y deduje que probablemente esté aquí, así que cuando Demian me propuso traerme me negué rotundamente, no porque no quisiera, sino para que las cosas no empeoraran más de lo que probablemente ya lo están. Decidí venir sola porque esto es algo que tengo que arreglar yo sola sin más nadie de por medio.

Inhalo aire y dejo que se escape por mi nariz tratando de infundirle a mi cuerpo o más bien a mi alma algo de calma que no consigo tener desde hace varios días atrás.

Coloco mi otro pie en el siguiente escalón con el corazón latiendo desbocado en su cavidad. Comienzo a subir escalón por escalón y así continuo la secuencia hasta estar frente a la puerta, teniéndome tocando el timbre en segundos.

Las palmas se mis manos sudan con constancia mi cuerpo se encuentra con tensión en toda su aura al mismo tiempo en el que mi nerviosismo va creciendo.

No pasa mucho tiempo cuando Aurora, el ama de llaves de la casa, abre la puerta notando mi presencia y frunciendo el entrecejo.

—Oh, querida. Pasa, pasa.

Después de procesar un par de segundos que me había decidido a entrar camine pisándole los talones a Aurora adentrándonos más en la casa.

—¿Demon esta en casa, no es así?—pregunto señalando las escaleras para subir al segundo nivel de la casa.

—Eso creo, lo vi venir hace unas horas y no lo he vuelto a ver salir—me informa sacudiendo sus manos de su delantal. Ni siquiera me había percatado de que lo traía puesto, con el aroma que emana desde la cocina supongo que ha de estar preparando algo delicioso como solo sabe hacerlo Aurora, pero que lastima que no estoy aquí para deleitarme con sus especialidades culinarias.

—Voy a subir.

Señaló las escaleras indicándole mi punto, ella solo asiente después de murmurará un estás en tu casa.

Subo las escaleras con lentitud siguiendo la misma secuencia que antes. Cuando llego al final de las escaleras dudo en continuar más adelante, me paralizo por un momento canalizando por un segundo lo que estaba a punto de hacer sin saber ni una mierda de lo que podría pasar.  Algo, muy en el fondo, me dice que me voy a arrepentir de lo que pueda pasar.

Camino con lentitud, recorriendo el pasillo del segundo nivel de la casa como lo hice aquella vez en la que me dediqué a contemplar el mismo cuadro. Río internamente ante la imagen del recuerdo asentándose en mi cabeza.