ECLIPSED - Enzo Vogrincic

2 - Pasado

El sonido abrupto de la puerta principal hace que me despierte de un sobresalto.

Inmediatamente se que significa y tiemblo. Me hago un ovillo en mi cama mientras me cubro hasta la cabeza con las sábanas que me cubren. Escuchó uno a uno sus pasos subiendo por las escaleras.

«Por favor que siga de largo. Por favor que siga de largo» pero como siempre mis súplicas no son escuchadas.

Doy un respingo cuando la puerta de mi habitación es abierta de un golpe.

1 ... 2 ... 3 segundos pasan y un tirón violento de mi cabello me hace salir de mi escondite.

-Te odio- escupe mientras me tira al suelo. Yo sollozo en silencio. Ya no grito. Desde que entendí que merezco su odio. Ya no grito. Solo recibo los golpes mientras ruego que pare.

-¡Todo es por tu culpa! ¡Te odio!- grita y se que está borracho. Que su momento de descarga es cuando está borracho.

Un dolor asfixiante me impacta en el abdomen y dejó de respirar por unos instantes.

¡Me pateó!

Me despierto de un sobresalto. Siento como cientos de gotas recorren mi nuca y espalda. Me incorporo en una posición sentada y colocó una de mis manos sobre mi pecho mientras intento normalizar mi respiración. Mi cara está empapada en lágrimas. No sé en qué momento comencé a llorar.

Fue un sueño. Uno más. Pero sólo eso.

Me abrazo a mi misma mientras intento calmar mi cuerpo. Estoy temblando y empezando a hiperventilar. Uno a uno los recuerdos tortuosos empiezan a llenar mi memoria y se que si no hago algo para sacarlos, voy a sufrir un ataque de ansiedad.

No dejo de abrazarme mientras busco en mi mente la canción que me cantaba mi madre cuando tan solo era una niña.

Una vez que la encuentro empiezo a susurrarla.

La sonrisa de mamá.

Su ceño fruncido mientras leía algo con mucha concentración.

Sus bailes repentinos y vergonzosos.

Seguido a eso viene a mi mente mi padre.

Papá mirando fascinado a mamá.

Papá contándome una de sus tantas historias fantasiosas para hacerme dormir.

Con cada recuerdo que se va instalando en mi mente, tengo un poco más de control sobre mi cuerpo. Poco a poco la calma va regresando a mi sistema y respiro un par de veces más hasta que decido que lo mejor es ir a darme una ducha.

Miro la hora en mi reloj y marca las seis de la mañana. En dos horas tengo que salir para la reunión del equipo.

Como todavía tengo algo de tiempo, pongo a llenar la bañera para darme un baño de inmersión y calmar mis nervios alterados. Trato de llenar mi cabeza de pensamientos acerca de la facultad y el trabajo, pará no volver a lo que fue mi sueño ni a los recuerdos que este trajo.

Una vez que salgo de la ducha me envuelvo en una toalla y busco otra para mi pelo.

Me miro en el espejo del lavabo, al hacerlo un suspiro largo y cansino me abandona. Lo primero que observo son mis ojeras pronunciadas. Están ahí. Recordándome, que otra vez las pesadillas están ganando terreno sin poder dejarme dormir.

Hay noches en las que no duermo por miedo a soñar y otras en las que mi sueño es interrumpido por ellas.

El reflejo que veo frente a mí, hace que la vista se me nuble debido a las lágrimas. Frente a mí se encuentra esa chiquilla asustada. Esa que tanto me esfuerzo por enterrar día a día.