21 - Confesión

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—Es imposible de entender. Por más que los escuches a ellos hablarte, horas de cómo se sentían en la montaña, es imposible proyectarse ahí y comprender lo que es la sensación de la muerte constante. Ver a tus amigos morir y darte cuenta que tu también vas a morir en breve— Enzo explica y yo no puedo despegar el foco de atención de él.

Hace rato ya que Enzo llegó al departamento que estoy alquilando. Hace rato ya que estamos conversando acerca de lo que fue el encuentro con Gustavo y hace rato que no nos movemos de la posición en la que nos encontramos.

Estoy sentada en el suelo alfombrado de la sala de estar, con la espalda apoyada en uno de los sillones. Mientras él recuesta su cabeza en mis piernas para estar en una posición acostada. Mis manos no dejan de acariciar la mata de su cabello, mientras habla.

—Hay cosas que son difíciles de actuar y ahí es donde entra lo físico para ayudar, porque se empieza a tener frío de verdad, a tener cada vez más hambre y pasa de ser una actuación para ser una realidad. Y ese es el resultado que se espera. —Explica, al tiempo que mira hacia el techo.

—Es impresionante lo que hacen. Nunca vi tanto disfrute en tanto sacrificio — admito. —Explicas todo de forma tan deleitante que cuesta verlo como algo que genera malestar. — me sincero. Él levanta un poco la cabeza para mirarme y sonríe de lado.

—Es que sí. Es un sufrimiento placentero— medio ríe— Nosotros sabemos que hay un fin. Que al llegar a tal momento vamos a terminar y vamos a poder comer o lo que sea. A diferencia de ellos que eso no podían saberlo—Hace una mueca.

Enzo tiene razón cuando dice que es imposible entender cómo los sobrevivientes se sentían en la montaña. Me resulta hasta inimaginable lo que tuvieron que pasar. Se siente tan banal cualquier problema por el que uno suele hacerse problema, cuando piensas en ellos.

Por otro lado, no se si algún día dejaré de sentir admiración por Enzo y los demás. El sacrificio y esfuerzo humano que hacen, no creo que sea algo que cualquiera de nosotros pudiese lograr.

Hace un momento Enzo me explicó cómo es que la dieta estricta que llevan, cada vez se vuelve más compleja. Estos últimos días tenían permitido comer por día: una lata de atún, una ensalada y alguna fruta.

Me contó cosas que yo, no había visto, ni había sido consciente respecto a cómo su cuerpo y mente empezaron a jugarle malas pasadas.

Si bien ahora que tienen vacaciones tienen algunos permitidos más de comida, no pueden aumentar de peso ni dejar de hacer ejercicio. No hablamos acerca de lo que sigue a continuación pero los dos sabemos que sí fue duro hasta ahora, las grabaciones en la montaña van a ser infernales.


—¿En que piensas? — Enzo interrumpe el hilo de mis pensamientos.

—Veo que trajiste traje de baño — sonrió al ver que lleva puesto una malla azul y una remera blanca.

Él arquea una ceja y mi sonrisa se ensancha. Muevo con mi mano su hombro para que se siente y poder levantarme. Una vez que lo logró le extiendo mi mano para que él tambien se ponga de pie.

Me mira con gesto intrigado pero no pregunta nada mientras lo guió hacia patio del departamento, donde se encuentra la pileta.

Una vez que estamos frente a la pileta tomó el bordo de mi blusa para tirar por encima de mi cabeza y quedar solo con la bikini. Pero los brazos de Enzo me abrazan impidiendo mi acción.

Estoy a punto de protestar cuando me doy cuenta de su intención. Quiere tirarnos a los dos con ropa.

—¡Enzo no!— chillo pero ya es tarde.

ECLIPSED - Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora