Capítulo 13: Última travesura

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<<Días antes...>>

Drei abrió con cierto esfuerzo la puerta de metal que da hacia la azotea del edificio en medio del bosque. Su cabello entrecano se alborotó con la fuerza del aire y tuvo que sostener el aliento por un segundo al ser golpeado con la frialdad del exterior.

Su corazón ya alterado aceleró su marcha al ver la joven figura sentada en la orilla del techo con los pies colgando hacia el vacío. Parecía distraído con algo que rondaba en su mente, así que prefirió no acercarse para no tomarlo por sorpresa.

—Sabía que te encontraría aquí, Nueve —dijo para llamar la atención del joven.

—¿Me estabas buscando? —El chico de cabellera negra se puso de pie al borde y giró hacia él—. ¿Surgió algún problema?

—De hecho, quien te busca es Peter.

La mención de aquel nombre hizo que Nueve se tensara en su lugar.

—Me parece que es importante esta vez, está en la enfermería.

Nueve se encamino hacia la salida con actitud y postura desgarbada, aunque se detuvo un segundo antes de pasarle por un lado a Drei, pues este los sostuvo del brazo impidiendo su avance.

—Nueve, necesito pedirte que sea amable con él. Le he dicho que no tiene que preocuparse de nada, pero no es verdad. —Esperó hasta que la mirada confundida del chico se dirigió hacia él—. Tiene una herida muy grave en el abdomen, y no tenemos morfina, me temo que no... no sobrevivirá.

Los ojos del mayor se oscurecieron ante la impotencia.

Nueve se soltó del agarre con brusquedad.

—¿¡Por qué demonios no lo dijiste antes!? —Nueve retomó su camino—. ¡Díle a alguien que prepare la camioneta! Iré a conse-...

El agarre del mayor lo interrumpió de nuevo.

—¿Qué?

—Aunque la tuviera no puedo hacer nada, ya no. Es tarde —su voz se cortó—. Solo pido que, si te confía su última voluntad, lo escuches y hagas lo posible para cumplirla.

Dejo ir con lentitud el brazo del chico. Quien salió disparado por la puerta, hacia el interior del edificio.

Nueve bajó los escalones saltándolos de tres en tres, corrió por los pasillos internos ignorando a las personas que le decían que fuera con más calma y casi se fue de bruces al frenar cuando llegó al área de la enfermería.

Tomó un momento antes de entrar, excusándose en que tenía que recuperar el aliento, pero estaba preparándose para lo que podría decirle el chico en la última camilla.

Cuando empezó a caminar hacia el fondo, unos ojos canela lo miraron. Los oídos de Nueve se prepararon para uno de esos comentarios mortíferos que solía soltar aquel chico cuando se cruzaban, pero en lugar de eso, una sonrisa lo recibió.

—Los círculos del infierno en uno... Nueve en persona —comentó con cierta alegría, haciendo a su vez, un leve movimiento con una mano invitando al otro a acercarse.

—La pesadilla sonriente... Júpiter —fue lo que contestó con un tono precavido.

Había pasado tanto tiempo desde que no jugaban de esa forma con sus sobrenombres que Nueve cayó en la cuenta de lo infantil que sonaba hacerlo.

Nueve se acercó a la camilla para corroborar que la mancha oscura en el vendaje de Júpiter se trataba de sangre. El de pecas en el rostro parecía tan pálido como las sábanas que cubrían la parte inferior de su cuerpo.

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