Sin saber nada y sin tiempo para preguntar estoy corriendo detrás de una persona que no conozco. Nos siguen cinco hombres con las gafas de tiro y máscara de gas. Uno de ellos al parecer ha logrado alcanzar su arma, pero tarda bastante en decidir si apuntarnos o no.
Por los disparos anteriores, sé que son armas de electrochoque. Si nos alcanza su disparo no va a matarnos, pero vamos a retorcernos de dolor por un rato y a paralizarnos.
El chico me hace detenerme. Apunta su dedo índice hacia quienes nos siguen justo a tiempo para que la bala y descarga del hombre quede incrustada en un pedazo de ladrillo que el joven hace flotar desde una de las paredes.
Sus ojos... brillan en carmesí.
—¿Eres nueva por aquí? —Su pregunta me deja con la boca abierta—. Lo menciono porque no te había visto. Quiero decir, hasta ayer, no te había visto.
—¿En serio?, ¿comenzaremos una conversación amistosa a mitad de una persecución?
—¿Tienes algo mejor en mente? —Esta vez hace volar un contenedor de basura hacia los hombres—. Porque si lo tienes, te escucho.
Para nuestra mala fortuna mi habilidad se ha ido de vacaciones y no sé cuándo decida cansarse de la playa y volver a su trabajo. Me impresiona que incluso estando lejos cause problemas.
—¿Quiénes son esos hombres?
—En serio, dime: ¿de dónde eres? —Reúne escombros con una fuerza invisible y los hace estallar, creando una cortina de humo.
El chico de pecas en el rostro tira de mi muñeca una vez más. Continuamos con nuestra persecución.
—No es posible que no te hayas encontrado antes con Imperio —habla lanzándome una mirada por sobre su hombro derecho—. La tienes también, puedo sentirlo. La tienes, ¿no?
—¿El qué?
—Una habilidad.
Algo en mi interior se calienta cuando termino de procesar su frase. En los años en los que he estado lidiando con mi problema jamás creí estar cerca de contarle a alguien al respecto. Que un completo desconocido me pregunte sobre eso con tanta libertad le da cierto sentimiento de normalidad, algo que no he tenido en años.
—Sí, la tengo.
—Entonces estamos del mismo lado. —Hace un gesto con la cabeza en dirección a los hombres que nos siguen—. Ellos son los malos. Por eso corremos.
Quiero soltar un comentario sarcástico a eso último, pero decido que es más importante ahorrar oxígeno.
—Soy Nira, por cierto... ¿Co-como te llamas? —Jadeo.
—¡Eso no importa ahora!
—¡Fuiste tú el que comenzó una conversación en el momento menos indicado!
—Cierto, pero...-
Intenta decirme algo, aunque sus ojos se van al final del pasillo y por la expresión que pone me hace saber que los problemas están a punto de aumentar. De alguna forma se siente como si nuestros pasos tomaran más velocidad, más premura por llegar a un lugar que desconozco pero que es seguro.
El cuerpo entero me arde con la adrenalina. La voz molesta de mi cabeza me susurra que el peligro sigue detrás de mí y que no deje de correr, porque si lo hago, algo muy malo va a pasarme.
—Escúchame —dice, esta vez, entre jadeos—. A delante, en el callejón... el camino se parte en dos. Tú irás por la derecha, así te quitarás a esos bastardos de encima.
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Rojo Ascender
De TodoNira está consciente de que su vida no tiene ni una pizca de normalidad, solo hace falta ver su más grande secreto: Tiene una habilidad sacada de los cómics. La tiene desde que una extraña figura se presenta en sus sueños: una mujer de ojos rojos y...