Capítulo 19: Cicatriz

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Al principio lo único que veo es una inmensa oscuridad. En este momento, es como si la ausencia de luz pesara sobre mi cuerpo, por unos instantes me abruma, me deja sin aliento y con un sentimiento de adormecimiento en las extremidades. Puedo sentir que estoy en medio de una habitación vacía con una corriente de aire que me hela la piel pero que no puedo distinguir de dónde viene ni cómo sé dónde estoy.

De alguna forma sé que, poco a poco me acostumbraré a sentir entumecimiento en mis músculos hasta poder moverme. Soy consciente de que no estoy sola, otra cosa que sé sin razón.

—Abre los ojos, Nira. —La voz de Exone me guía.

Hago lo que él me pide. Abro los ojos con lentitud, con miedo a lo que tenga que enfrentarme.

Me encuentro con mi reflejo en un enorme espejo, está impecable a pesar de estar incrustado en una pared de piedras enormes de un color ceniza oscuro. A mis pies pasa una corriente de agua con una fina capa de hielo que se ha roto y es llevada por el flujo del agua al moverse. El lugar está en silencio, en una semi penumbra que me permite apreciar el panorama.

Sigue siendo una habitación oscura, pero puedo verme con claridad. De tras de mi se encuentra un joven de ojos azules, se ve unos años mayor que yo y aunque no lo haya visto sin la cicatriz, sé que es Exone.

—Eres el retrato de tu padre. Incluso hacen la misma mirada disimulada de estupefacción —es lo que dice—. No fuimos cercanos, pero lo conocí. Fue un gran líder —Sonríe con lo que me parece nostalgia—. En otra ocasión, podría mostrarte los recuerdos que tengo de él.

—¿Harías eso...? —Una pizca de emoción salta en mi pecho.

Él imprime en sus labios una sonrisa jovial, acorde con la edad en la que se ve. Su cabello sigue siendo del mismo castaño oscuro, veo la diferencia entre sus facciones adolescentes y las que tiene en su apariencia actual, estas son más suaves, dotadas de una luz de inocencia y vida.

—¿Por qué te vez así de joven? —Giro para poder verlo con mayor detalle, cara a cara.

—Me he visto en los recuerdos de los demás. Esa cicatriz no es agradable. —Una risa carente de humor se le escapa. Sus ojos abandonan los míos, se dirigen a su propio reflejo a mis espaldas—. Esta es la apariencia que tenía cuando perdí la vista. Así me veía la última vez que observé mi reflejo.

Un peso se asienta en mi pecho, presiona como si quisiera llevarme al suelo. Me aterra que él pueda saber lo que siento, así que trato de pensar en otra cosa. Pero no puedo callar del todo el miedo y la duda.

<<¿Seré capaz de sacrificarme así por alguien?>>, pienso aún con la incertidumbre sobre si él puede oír lo que pienso mientras que estemos bajo los efectos de su habilidad.

Pensar en hacer algo extremo por Vladimir no suena tan descabelladlo. Por él sacrificaría cualquier cosa, después de todo, es la única familia que conozco, la única persona en la que siempre he querido confiar. Pero quizás algún día llegue el sentimiento de poder hacer lo mismo por alguien del refugio.

Exone suspira con rendición tras mirar su reflejo un rato en silencio, sacude la cabeza como quien quiere quitarse de encima malos pensamientos y su atención recae en mí.

—También tienes un recuerdo así, ¿no? Antes de que todo cambiara.

Mi corazón se salta un latido, haciendo que involuntariamente me lleve las manos al pecho. Las garras frías de aquel demonio que cargo en la espalda se incrustan en mi columna vertebral, mandando una señal de alerta mis sentidos de pelear o escapar.

Rojo AscenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora