~Lo que causas~
Tratando de aliviar la tensión en el ambiente, me armé de valor y le propuse a Verónica: "¿Te gustaría acompañarme mañana por la noche a un lugar? Es un sitio encantador que me encantaría mostrarte."
Verónica me miró con curiosidad, y preguntó: "¿Qué lugar es?"
"Es un pequeño discoteca-bar al aire libre", respondí, tratando de parecer entusiasmada. "Es perfecto para relajarse y disfrutar de buena compañía."
Cuando mencioné a Luca y algunos de nuestros amigos, noté un gesto extraño en el rostro de Verónica, pero no dijo nada al respecto. Me pregunté qué pensaba ella sobre mi relación con Luca, pero decidí no profundizar en el tema.
Verónica se tomó un momento para considerar mi propuesta, su expresión indecisa revelaba que estaba sopesando la idea. "Lo pensaré", dijo finalmente, con un tono que denotaba cierta reticencia.
Después de un incómodo silencio, asentí con resignación y me levanté para volver a mi habitación. "Entiendo, no te preocupes. Te dejo descansar entonces", dije con una sonrisa forzada, tratando de disimular mi decepción.
Verónica me observó mientras me dirigía hacia la puerta, y justo antes de salir de la habitación, me detuve y me giré para mirarla directamente. "Por cierto, escribes muy bien", le dije sinceramente, esperando que mis palabras rompieran un poco el hielo entre nosotras.
Verónica simplemente me miró en silencio, sin hacer ningún gesto ni decir una palabra. Me sentí un poco incómoda ante su falta de respuesta, así que sin decir más, salí de la habitación y regresé a la mía, preguntándome qué pensaría realmente Verónica de mí.
De vuelta en mi habitación, me dejé caer en la cama con un suspiro frustrado. "¿Qué le pasa a Verónica?" me pregunté en voz alta, sintiéndome molesta por su actitud. "Podría haber sido un poco más amable, al menos podría haberme dicho gracias por el cumplido..."
Reviviendo la conversación en mi mente, no pude evitar criticarla en silencio. "Es una malagradecida", murmuré para mí misma, sintiendo una mezcla de irritación y confusión. "Ni siquiera se molestó en hacer un gesto de cortesía. ¿Tan difícil era decir algo amable?"
Me dejé llevar por mis pensamientos, expresando en voz alta todas las frustraciones que había acumulado durante nuestra interacción. Me sentía decepcionada por la falta de reciprocidad de Verónica y no pude evitar desahogarme criticándola en mi soledad.
Al otro día, salí de mi habitación con la esperanza de un nuevo comienzo. Al cruzarme con Verónica en el pasillo, le ofrecí un sincero "buenos días" acompañado de una sonrisa amigable. Verónica respondió con una pequeña sonrisa, pero algo en su expresión me hizo cuestionar si realmente había sido genuina.
Mientras continuaba hacia la cocina, una pequeña voz crítica en mi mente comenzó a surgir. "¿Por qué no puede ser un poco más amable?" me pregunté, sintiendo un dejo de frustración. "Ni siquiera puede devolver un simple saludo con entusiasmo."
Intenté apartar esos pensamientos negativos de mi mente y centrarme en el día que tenía por delante, pero la actitud reservada de Verónica seguía rondando en mi cabeza, sembrando dudas sobre nuestra relación en desarrollo.
Durante el desayuno, mis abuelos conversaban animadamente entre ellos, mientras Verónica y yo escuchábamos en silencio. Sin embargo, noté que Verónica no dejaba de mirarme. Cada vez que desviaba la mirada, allí estaba ella, observándome fijamente con una expresión enigmática en sus ojos.
Me sentí incómoda por su insistente mirada, preguntándome qué estaría pensando en realidad. ¿Acaso había algo en mí que le llamaba la atención? Traté de ignorar sus miradas y concentrarme en la conversación de mis abuelos, pero la sensación de ser observada no desaparecía.
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Rastros de tinta
RomanceEn un tranquilo pueblo italiano, Isadora Fontana, una joven de 17 años, vive con sus abuelos en una casa llena de historia y misterio. Un día, Verónica Fuller, una escritora australiana en busca de tranquilidad y una nueva dirección para su carrera...