~Desde 0~
De pie en la habitación, nos encontrábamos envueltas en una atmósfera de deseo y complicidad. Verónica me atrajo suavemente hacia ella, sus ojos destellaban con una chispa traviesa mientras su sonrisa juguetona bailaba en sus labios.
"¿Listas para continuar donde lo dejamos esta mañana?" preguntó Verónica con un brillo travieso en sus ojos.
Asentí con una sonrisa nerviosa, mi corazón latía con fuerza ante la anticipación del momento que estaba por venir. Verónica acercó su rostro al mío con lentitud, sus labios rozaron los míos con una suavidad embriagadora. Sus manos comenzaron a acariciar mi cuerpo con una ternura irresistible, explorando cada curva con delicadeza mientras su aliento cálido acariciaba mi piel.
"Me encanta el sabor de tus labios", murmuró Verónica entre besos, su voz resonaba con un tono cargado de deseo. "Eres tan irresistible".
Me estremecí ante sus palabras, sintiendo cómo cada caricia avivaba el fuego que ardía dentro de mí. Nuestros cuerpos se fundieron en un abrazo apasionado, nuestros labios se movían en un baile sensual mientras nos entregábamos al placer del momento. Cada susurro, cada gemido, era una expresión de nuestro deseo mutuo, una promesa de satisfacción y éxtasis.
"Te deseo tanto", susurré entre besos, mis manos buscaban desesperadamente el contacto con su piel. "Eres todo lo que necesito".
Verónica respondió con un gemido de placer, sus manos acariciaban mi espalda con suavidad mientras su boca exploraba cada rincón de mi boca. El tiempo parecía detenerse a nuestro alrededor, solo éramos Verónica e Isadora, perdidas en un mundo de pasión y deseo.
Con manos hábiles y llenas de deseo, Verónica comenzó a deslizar lentamente la tela de mi top por mis hombros, revelando mi piel al contacto cálido del aire de la habitación. Sus dedos rozaban mi piel con una suavidad exquisita, enviando escalofríos de placer por todo mi cuerpo mientras mi respiración se volvía más irregular con cada caricia.
"Te ves increíblemente hermosa", murmuró Verónica con voz ronca, sus ojos brillaban con deseo mientras admiraba mi figura semi-desnuda.
Una vez que mi top cayó al suelo, Verónica se inclinó para cubrir mi torso expuesto con besos tiernos y apasionados, dejando un rastro de fuego en su camino. Sus manos continuaron explorando mi cuerpo con avidez, desabrochando con destreza el botón de mi pantalón corto y deslizando la tela hacia abajo con un movimiento fluido.
Ahora, solo vestida con mi ropa interior, me sentía expuesta y vulnerable ante los ojos ansiosos de Verónica, pero también me sentía increíblemente deseada y amada. Cada roce de sus manos, cada beso ardiente, era una promesa de placer y éxtasis que estaba por venir, una promesa que estaba más que lista para cumplir junto a ella.
Con un suspiro tembloroso, me dejé llevar por la pasión del momento, entregándome por completo a los brazos de Verónica y al fuego que ardía entre nosotras, sin importar lo que el mundo exterior pudiera pensar o decir. Porque en ese momento, éramos solo Verónica e Isadora, unidas en un vínculo de amor y deseo que nada ni nadie podía romper.
Con un impulso de deseo irresistible, me aferré al cuello de Verónica, rodeando su cintura con mis piernas mientras ella me sostenía con firmeza. Sentí la calidez de su cuerpo contra el mío mientras nos fundíamos en un abrazo apasionado, dejándonos llevar por el calor del momento.
Verónica me llevó hacia la cama con suavidad, colocándome con cuidado sobre las sábanas suaves. Mi corazón latía con fuerza mientras la observaba moverse con gracia entre mis piernas, sus ojos ardían con un deseo intenso que hacía eco en el mío.
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Rastros de tinta
RomanceEn un tranquilo pueblo italiano, Isadora Fontana, una joven de 17 años, vive con sus abuelos en una casa llena de historia y misterio. Un día, Verónica Fuller, una escritora australiana en busca de tranquilidad y una nueva dirección para su carrera...