CAP-2

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~es raro~

Al despertarme al día siguiente, me levanté con una sensación de expectativa en el aire. Después de lavarme la cara y vestirme, me dirigí hacia el jardín donde encontré a mis abuelos ya sentados en la mesa, disfrutando del desayuno matutino bajo el cálido sol de la mañana.

Les di un beso en la frente a ambos antes de sentarme junto a ellos. El aroma del café recién hecho y los pasteles recién horneados llenaba el aire, creando un ambiente acogedor y familiar. Mientras compartíamos la comida, charlábamos animadamente sobre diversos temas, disfrutando de la tranquilidad y la paz del jardín.

El murmullo de las aves y el suave susurro de la brisa complementaban nuestras conversaciones, creando una atmósfera serena y relajante. Me sentía agradecida por estos momentos especiales con mis abuelos, sabiendo que eran preciosos y fugaces.

Con cada bocado y cada risa compartida, me sumergí en la calidez de la mañana y en la compañía amorosa de mi familia, deseando que estos momentos pudieran durar para siempre.

Mientras disfrutábamos del desayuno en el jardín, una presencia familiar se unió a nosotros. Verónica se acercó a la mesa y saludó cortésmente a mis abuelos con una sonrisa amable, pero noté que evitó mirarme directamente.

Solo cuando estuvo frente a mí, sus ojos se encontraron con los míos por un instante antes de apartarse rápidamente. Sin decir una palabra, tomó asiento junto a mis abuelos, creando una pequeña brecha de silencio en la conversación.

Me sentí incómoda ante su mirada esquiva y su falta de saludo, pero decidí no hacer una escena en frente de mis abuelos. En su lugar, mantuve una expresión neutral y continué con mi desayuno, aunque una sensación de incomodidad persistía en el aire.

Mientras seguía charlando con mis abuelos, no pude evitar preguntarme qué pensaría Verónica de mí y por qué había evitado saludarme. Sin embargo, decidí dejar esas preguntas sin respuesta por el momento y simplemente disfrutar del resto de la mañana en la compañía de mi familia.

Verónica se sumergió en una conversación animada con mis abuelos, hablando de diversos temas como su descanso durante la noche, la belleza de la casa y sus planes para el día. Mientras tanto, yo permanecía en silencio, escuchando su interacción con una mezcla de curiosidad y reserva.

"¿Cómo dormiste, Verónica? Espero que hayas encontrado la habitación cómoda", preguntó amablemente mi abuela.

"Oh, sí, dormí muy bien, gracias. La habitación es encantadora y la cama es muy cómoda", respondió Verónica con una sonrisa.

Mis abuelos asintieron complacidos, y mi abuelo añadió: "Nos alegra escuchar eso. Esperamos que te sientas como en casa aquí".

Verónica asintió con gratitud. "Definitivamente me siento bienvenida. Estoy emocionada de explorar más la casa y quizás dar un paseo por los alrededores más tarde".

Mientras hablaba, noté que su mirada se desviaba ocasionalmente hacia mí, pero evitaba hacer contacto visual directo. Me sentí un poco intranquila por su comportamiento, pero traté de no dejar que eso afectara mi ánimo.

Continuamos desayunando en medio de la conversación animada, y aunque Verónica estaba integrándose bien con mis abuelos, la sensación de incomodidad persistía en el fondo de mi mente.

Mientras Verónica conversaba con mis abuelos, no pude evitar observarla detenidamente. Su presencia era realmente impresionante: su cabello rubio brillaba bajo la luz del sol, sus ojos azules reflejaban una serenidad cautivadora y su porte elegante denotaba confianza y sofisticación. Era realmente hermosa, y me encontré admirando su apariencia sin poder evitarlo.

Rastros de tintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora