~Día 2 (continuación)~
Me sentí atrapada en un mar de emociones encontradas, pero finalmente reuní el coraje suficiente para hablar. "Verónica, esto es vergonzoso, pero...", comencé, sintiendo que mis mejillas ardían de la ansiedad.
Verónica me miró con curiosidad, esperando a que continuara. "¿Qué pasa, Isa? Puedes decirme cualquier cosa", insistió, con una nota de preocupación en su voz.
Respiré profundamente antes de formular la pregunta que me atormentaba. "¿Realmente te gusto, Verónica?", pregunté, desviando la mirada por la incomodidad de la situación.
Al principio, su expresión fue de confusión, pero luego, una sonrisa traviesa se extendió por su rostro. "¿En serio estás preguntando eso?", respondió, pareciendo sorprendida pero divertida al mismo tiempo.
Me sentí un poco desconcertada por su reacción. "Sí, lo estoy", insistí, buscando claridad en su respuesta.
Verónica se tomó un momento para considerar mis palabras antes de responder seriamente. "Isa, eres increíble. Claro que me gustas", admitió con sinceridad, haciendo que mi corazón diera un vuelco en mi pecho.
Verónica me miró con atención, esperando mi respuesta. "Lo pregunté porque anoche, cuando Martina y yo estábamos hablando, mencionó que el amigo de Luca preguntaba por ti. Sabía que no debía ponerme así, pero no pude evitarlo", admití, sintiéndome un poco culpable por sacar el tema a colación.
Ella asintió, procesando la información. "Entiendo... ¿Y eso te hace sentir incómoda? ¿Es por eso que me has estado evitando?", preguntó, con una mezcla de comprensión y curiosidad en su voz.
Me sentí un nudo en la garganta al escuchar sus preguntas directas. No sabía cómo explicarle mis sentimientos sin sonar demasiado vulnerable. "Es complicado, Vero. No quiero que nadie más... interfiera entre nosotras", admití, luchando por encontrar las palabras adecuadas.
Verónica me miró con ternura, pareciendo comprender mis preocupaciones. "Isa, nunca permitiría que eso sucediera. Eres muy importante para mí", aseguró, poniendo su mano sobre la mía en un gesto reconfortante.
Verónica dejó escapar una risa suave y juguetona, mientras me daba un suave apretón en la mano. "¿Celosa, Isa? No puedo creerlo. ¿Qué sigue? ¿Vas a decirme que he estado coqueteando con el amigo de Luca en secreto?", bromeó, con una sonrisa traviesa bailando en sus labios.
Me reí nerviosamente ante su ocurrencia, sintiendo cómo la tensión en la habitación se desvanecía lentamente. Sus gestos cariñosos y su manera despreocupada me recordaron por qué era tan fácil estar cerca de ella, incluso en momentos de incertidumbre.
"A veces me sorprendo a mí misma", respondí con una sonrisa, dejando que sus palabras aligeraran mi corazón. Nos quedamos allí por un momento, sumergidas en un silencio cómodo, antes de que Verónica se alejara ligeramente y me diera espacio para continuar vistiéndome.
Me coloqué la blusa rápidamente, sintiendo la mirada intensa de Verónica sobre mí. Una vez vestida, Verónica no perdió el tiempo y soltó su comentario juguetón.
"Te ves bien con la blusa, pero sinceramente, te ves mejor sin ella", dijo Verónica con una sonrisa traviesa, desafiante.
No pude evitar sonreír ante la provocación de Verónica. "¿Oh, en serio? ¿Crees que debería quitármela entonces?" respondí, jugando con la sugerencia de Verónica.
Verónica se acercó a mí, su proximidad casi palpable, y me miró con una chispa traviesa en los ojos mientras se mordía el labio inferior.
"Bueno, si tanto lo deseas, podría ayudarte a quitártela", susurró, su aliento cálido rozando mi piel. "Pero lamentablemente, tendremos que dejar eso para otra ocasión", agregó con una sonrisa juguetona, insinuando que las circunstancias actuales no lo permitían.
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Rastros de tinta
RomanceEn un tranquilo pueblo italiano, Isadora Fontana, una joven de 17 años, vive con sus abuelos en una casa llena de historia y misterio. Un día, Verónica Fuller, una escritora australiana en busca de tranquilidad y una nueva dirección para su carrera...