Cap-20

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~Llegó~

Verónica tomó mis pies con delicadeza y los colocó sobre sus piernas, mientras sus ojos ardían con deseo. Sentí un cosquilleo de anticipación recorrer mi piel cuando comenzó a deslizar los tacones, uno a uno, con movimientos lentos y sensuales. Cada roce de sus manos era como una caricia eléctrica, enviando oleadas de placer a través de mí.

Sus dedos hábiles se deslizaron por mis tobillos, provocando escalofríos en su camino, mientras sus manos ascendían lentamente por mis piernas. El contacto suave de su piel contra la mía me hizo estremecer, y un suspiro escapó de mis labios mientras me perdía en la sensación embriagadora de su tacto.

El ambiente estaba cargado de tensión y deseo, y yo me dejaba llevar por la intensidad del momento, deseando que nunca terminara.

Los labios de Verónica encontraron los míos en un beso ardiente y apasionado, mientras sus manos exploraban mi cuerpo por debajo del vestido, enviando corrientes de placer a cada rincón de mi ser. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda cuando sus manos se deslizaron por mi piel, acariciando cada curva con delicadeza y determinación.

Entre besos entrecortados, Verónica murmuraba halagos sobre mi vestido y cómo me quedaba, sus palabras resonaban en mi mente como una melodía embriagadora. Cada caricia, cada palabra susurrada, encendía un fuego dentro de mí, avivando el deseo que ardía entre nosotros.

El vestido se convertía en un testigo silencioso de nuestro amor, un símbolo de la pasión que nos consumía. Y mientras Verónica me acariciaba con ternura, me sentí más viva que nunca, entregada al placer de su tacto y a la dulce melodía de su voz.

Mis sentidos se agudizaron al sentir los labios de Verónica recorrer mi piel con delicadeza y pasión. Cada beso era como una caricia ardiente que encendía mi cuerpo y avivaba el fuego de nuestro deseo compartido.

Su boca se deslizaba por mi cuello, dejando una estela de sensaciones electrizantes a su paso. Sus besos descendieron por mi pecho, sus labios jugueteando con mis pezones, mientras mis manos se enredaban en su cabello con anhelo y éxtasis.

Sus caricias me envolvían en un torbellino de placer y emoción, y no pude evitar gemir su nombre en un susurro ahogado. Cada contacto entre nosotros parecía intensificar la conexión que compartíamos, llevándonos a un lugar donde solo existíamos ella y yo, entregadas por completo al momento presente.

Sus besos ardientes y suaves me llevaban al borde de la locura, y mi cuerpo vibraba con el deseo de más. Ansiaba sentir sus manos explorando cada centímetro de mi piel, explorando y descubriendo nuevos rincones de placer que solo ella podía encontrar

En ese momento, éramos dos almas fundidas en un abrazo apasionado, navegando por las aguas tumultuosas del deseo con una intensidad sin igual. Y mientras sus labios seguían buscando los míos con fervor, supe que estábamos destinadas a explorar juntas los límites del placer y la pasión.

Mis manos temblaban con ansias mientras desabotonaba el pantalón de Verónica, sintiendo cómo cada roce aumentaba mi deseo por tenerla más cerca.

"Isa, ¿estás bien?" preguntó Verónica con una voz entre divertida y ansiosa.

"Así, así, déjame", respondí entre jadeos, concentrada en mi tarea.

Cuando intenté quitarle la camisa, mi torpeza traicionó mi urgencia, y la prenda se resistió a mis intentos frenéticos.

Verónica me miró con una sonrisa traviesa, comprendiendo mi desesperación.

"Creo que necesitas un poco de ayuda aquí", bromeó, mientras sus manos se unían a las mías para liberarla de la camisa.

Rastros de tintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora