Cap-23

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~Solo nosotras~

Nos acostamos en la cama, Verónica acomodándose primero mientras yo me acomodaba junto a ella. Ella me rodeó con sus brazos, atrayéndome hacia su cuerpo con suavidad, como si quisiera asegurarse de que estuviera bien protegida a su lado. Sentí su respiración cálida en mi cuello mientras nos acomodábamos, nuestras piernas entrelazándose de forma natural, creando una sensación de cercanía y complicidad entre nosotras.

A lo largo de la noche, Verónica continuó con sus caricias reconfortantes, sus dedos trazando suaves senderos sobre mi piel, dejando una sensación de calma y seguridad en su paso. Cada caricia era como una promesa silenciosa de que estaría allí para mí, cuidándome y amándome en cada momento.

Mientras me sumergía en el sueño, disfrutaba de la sensación reconfortante de estar en los brazos de Verónica, dejándome llevar por la paz y la felicidad que encontraba en su abrazo. En ese pequeño rincón de nuestro pequeño apartamento en Roma, me sentía completamente en casa, sabiendo que no había otro lugar en el mundo donde preferiría estar que aquí, con Verónica a mi lado, compartiendo este precioso momento de intimidad y amor.

Al despertar lentamente, abrí los ojos y noté la ausencia de Verónica a mi lado. Giré la cabeza lentamente, buscando con la mirada a través de la habitación, pero no había rastro de ella. Una leve sensación de preocupación se agitó en mi pecho hasta que la vi entrar por la puerta, con el cabello desordenado y una expresión somnolienta en su rostro.

Ella se deslizó de nuevo en la cama, cerrando la puerta detrás de ella, y se acomodó a mi lado con un suspiro de alivio. Sus brazos me rodearon con ternura, atrayéndome hacia su calor reconfortante mientras me daba los buenos días con voz suave.

"Buenos días, cariño", murmuró Verónica, sus labios rozando mi mejilla con un beso tierno.

Le devolví el saludo con una sonrisa somnolienta, disfrutando de la sensación reconfortante de su abrazo. "Buenos días", respondí, acurrucándome un poco más cerca de ella.

Intrigada por su ausencia momentánea, le pregunté con curiosidad: "¿A dónde fuiste?"

Verónica bostezó suavemente, frotándose los ojos con las manos antes de responder: "Fui al baño. Me levanté un poco antes que tú".

Asentí con entendimiento, comprendiendo su explicación. Me incliné hacia adelante y deposité un beso suave en la comisura de sus labios, expresando mi gratitud por su regreso y por el inicio de otro día juntas en este pequeño rincón de nuestro mundo compartido.

Me desperté con un hormigueo de anticipación por las posibilidades del día por delante. Miré a Verónica, quien ya estaba despierta y acariciaba suavemente mi cabello. "¿Qué te gustaría hacer hoy?", pregunté, esperando que compartiéramos nuestras ideas para el día juntas.

Ella me sonrió y respondió: "Lo que tú quieras, Isa".

Una oleada de emoción me recorrió mientras le decía que tenía muchas ideas en mente y comenzaba a mencionarlas una por una. Pero noté que Verónica simplemente me miraba en silencio, sin decir una palabra.

"¿Pasa algo?", pregunté con curiosidad, sintiendo una pequeña punzada de preocupación.

Verónica negó con la cabeza suavemente, sus manos acariciando mi piel debajo de la camiseta. "No, nada pasa", dijo con una sonrisa cálida. "Solo me encanta verte así, tan emocionada y feliz. Estás radiante, hermosa".

Me sonrojé ante sus palabras y la forma en que me miraba con adoración. Mientras sus manos se deslizaban hacia mis glúteos, atrayéndome más hacia ella, y sus suaves besos recorrían mi cuello, me sentí abrumada por la intimidad del momento compartido entre nosotras.

Rastros de tintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora