CAP-6

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~Nunca digan nunca~

Me quedé en mi habitación, con la mente llena de pensamientos turbulentos. Por un lado, trataba de convencerme de que lo que había leído era simplemente una expresión artística de Verónica, una forma de desahogarse en su diario sin que significara nada más. Después de todo, ella misma me había dicho una vez que a veces escribía cosas solo por escribir, sin realmente sentirlas.

Pero por otro lado, una parte de mí deseaba desesperadamente que lo que Verónica había escrito fuera real, que esos sentimientos profundos fueran dirigidos hacia mí. Quería creer que había una razón más profunda detrás de sus palabras, que tal vez, solo tal vez, ella sentía lo mismo por mí.

Me retorcí en mi cama, incapaz de encontrar una respuesta clara a mis pensamientos tumultuosos. ¿Debería confrontar a Verónica al respecto? ¿O debería simplemente dejarlo pasar y fingir que nunca había leído sus palabras más íntimas?

El sonido de la puerta de entrada me sacó de mis pensamientos. Mi corazón latía con fuerza mientras esperaba ansiosamente para ver quién era. Tal vez Verónica vendría a hablar conmigo, a explicar lo que había escrito en su diario. O tal vez no. Solo había una forma de averiguarlo.

Veronica entró a la habitación, y mi corazón comenzó a latir con fuerza, esperando su reacción, esperando que todo lo que ella sentía me lo dijera. Sin embargo, su respuesta fue desconcertantemente breve.

"Si quieres, ya puedes bañarte tranquila", dijo con voz serena, agradeciéndome por dejarla bañarse primero.

La decepción y la confusión se mezclaron en mi mente mientras la veía alejarse. "¿Eso es todo?" pregunté con incredulidad, esperando algún tipo de explicación.

Veronica se detuvo en el umbral de la puerta y se volvió hacia mí. "Sí, ¿hay algo más?" respondió, aparentemente ajena a mi turbulento mundo interior.

Me quedé en silencio, sin saber cómo expresar la tormenta de emociones que estaba experimentando. "No, está bien", murmuré finalmente, aunque mi mente seguía girando sin control.

Veronica me miró con una expresión de extrañeza, pero no dijo nada más. Simplemente, me deseó buenas noches y se retiró de la habitación.

Era evidente que Veronica no tenía ni idea de que había vuelto a leer su diario. Decidí que lo mejor sería dejarlo así por el momento, aunque por dentro me moría de ganas de correr tras ella y preguntarle si lo que había escrito era para mí...

Con un suspiro resignado, me recosté en la cama, dejando que el peso de la incertidumbre se posara sobre mis hombros mientras me sumía en un mar de pensamientos confusos.

Bajé al piso de abajo, tratando de apartar de mi mente todo lo que había pasado durante el día. Decidí llamar a Martina, mi mejor amiga, para ver si quería venir a mi casa y pasar un rato en la piscina. Con el calor que hacía y el aburrimiento que sentía, era la idea perfecta.

Marqué su número en el teléfono fijo y esperé impaciente a que respondiera. Cuando finalmente lo hizo, le lancé mi propuesta emocionada: "¿Hola, Marti! ¿Quieres venir a mi casa a meterte en la piscina? Hace un calor insoportable y estoy aburrida".

Escuché la voz animada de Martina al otro lado de la línea mientras consideraba mi oferta.

Después de un rato, Martina llegó a mi casa emocionada por la idea de refrescarse en la piscina. Ambas nos sumergimos en el agua fresca y empezamos a nadar, charlando de tonterías y riendo como siempre hacíamos. Era un alivio poder desconectar de todo lo que había pasado con Verónica y simplemente disfrutar del momento con mi amiga. No quería permitir que ningún pensamiento sobre ella arruinara nuestro día de diversión.

Rastros de tintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora