~Es hoy~
Mientras ayudaba a mi abuela en la cocina, mi mente no dejaba de dar vueltas al mismo tema: Verónica. Me costaba concentrarme en pelar las verduras o en seguir las instrucciones de mi abuela para preparar los platillos, porque mi preocupación por ella ocupaba la mayor parte de mi pensamiento.
¿Dónde estaría Verónica en ese momento? ¿Qué estaría haciendo? ¿Estaría bien? La incertidumbre me carcomía por dentro, pero me esforzaba por mantener una expresión serena frente a mi abuela.
Martina intentaba distraerme contándome anécdotas graciosas y haciéndome reír, pero mi mente seguía centrada en Verónica. No podía evitarlo. Solo esperaba que todo estuviera bien y que pudiéramos resolver cualquier problema que estuviera afectando nuestra relación.
En un momento, desde la sala, se escuchó la puerta principal cerrándose, alguien había llegado. Mi mirada se encontró con la de Martina, quien entendió de inmediato lo que debía hacer. Asintió discretamente y le recordó a mi abuela que necesitaba ir a buscar algo a mi habitación. Agradecí mentalmente su rápida improvisación mientras me despedía de mi abuela con una excusa inventada y salía de la cocina con prisa.
Cuando llegué a la sala, el silencio me recibió. Mis pasos resonaban en el vacío mientras buscaba algún indicio de la presencia de Verónica. El corazón me latía con fuerza, lleno de ansiedad por encontrarla. Subí las escaleras rápidamente, con la certeza de que Verónica estaría arriba.
Frente a la puerta de su habitación, me detuve y respiré hondo antes de tocar. Mi mano temblaba ligeramente mientras esperaba una respuesta. Pasaron unos segundos que me parecieron eternos hasta que finalmente decidí llamar su atención.
"¿Verónica?", llamé con voz suave, esperando una respuesta que no llegaba. Pero el silencio persistía al otro lado de la puerta.
Después de un momento de duda, toqué la puerta nuevamente y esta vez con un poco más de fuerza. "¿Estás ahí?"
No hubo respuesta de inmediato, solo el eco de mis propias palabras resonando en el pasillo. La incertidumbre me invadió mientras esperaba una señal de vida de Verónica.
En ese momento, justo cuando estaba a punto de retirarme, la puerta se abrió lentamente y Verónica apareció en el umbral. Me detuve, aliviada al verla, y le expliqué que la había estado buscando, que no la había visto desde la mañana.
"¿Qué sucede, Isa?" preguntó Verónica, con una mirada de preocupación.
"Te he estado buscando, no te he visto desde esta mañana", respondí, tratando de sonar calmada pero con un dejo de preocupación en mi voz.
Verónica se disculpó con un gesto y explicó que había estado ocupada con algunas cosas.
"Lo siento, he tenido algunas cosas que resolver", dijo Verónica, su tono suave tratando de calmar mis preocupaciones.
Asentí, comprendiendo, pero en el fondo solo quería pasar un rato con ella. Verónica notó mi expresión un tanto triste y me abrazó, deseándome feliz cumpleaños con un beso suave en la comisura de los labios.
"Feliz cumpleaños, princesa", murmuró Verónica con una sonrisa tierna mientras me abrazaba.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro y disfruté del roce de su mano en mi mejilla.
Le pregunté si podía pasar un rato con ella, pero Verónica rápidamente negó con la cabeza.
"Lo siento, tengo algunas cosas que hacer ahora mismo", respondió Verónica, con una expresión de disculpa en su rostro.
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Rastros de tinta
RomanceEn un tranquilo pueblo italiano, Isadora Fontana, una joven de 17 años, vive con sus abuelos en una casa llena de historia y misterio. Un día, Verónica Fuller, una escritora australiana en busca de tranquilidad y una nueva dirección para su carrera...