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El receso para ti había sido un infierno total sin duda, sentías que todos hablaban mal de ti entonces solo te quedaste ahí sentada comiendo tu almuerzo

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El receso para ti había sido un infierno total sin duda, sentías que todos hablaban mal de ti entonces solo te quedaste ahí sentada comiendo tu almuerzo.

Ya era hora de regresar a clases de nuevo, tomaste tu mochila y mientras caminabas por los pasillos te encontraste a Ume quien corrió hacia ti.

¡Asami! ¿Que te parece si ambas nos escapamos de la escuela? — Preguntó abalanzándose hacia ti, por poco y te caes pero afortunadamente lograste agarrarte de un casillero. — Ay, lo siento.

Casi me matas del susto, Ume. — Te alejaste mientras tratabas de controlar tu corazón agitado. — ¿Escapar de aquí?

Si! Por favor, hay que escaparnos, irnos a Mexico e iniciar una vida ahí! Escuche que los elotes y tamales saben deliciosos. — Comentó, tú te quedaste más confundida y la miraste con extrañeza.

¿Y como porque te quieres escapar? — Alzaste una ceja. Entonces la albina pareció desanimarse más, bajo la cabeza con tristeza.

¡Nos toca educación física y me planche el pelo en el baño! — Parecía que se quería matar, miraste su pelo y si que este estaba demasiado liso, se veía muy bonito. — ¡Tarde todo el recesooo! No quiero ir..!

Eso te dio a ti algo de risa pero también entendías su sufrimiento, le diste unas palmadas en su espalda para después comenzar a caminar junto con ella.

Tranquila, el profesor no nos dará clase. — Comentaste, esta te miro con confusión.

¿Y tú cómo lo sabes? — Interrogó, te encogiste de hombros.

Bueno... ¿como te digo que alguien de tercero me dijo? Tú no te preocupes, estoy muy segura. — Seguido de eso le guiñaste un ojo, a lo que te miró con una sonrisa, habías logrado calmarla.

Dios, no sabes cuanto te amo. — Te abrazo por el cuello y te acercó a ella para después las dos caminar.

Nunca habías tenido una amiga así, así que el hecho que te dijera eso sí que te hacía sentir muy bien, le sonreíste en forma de respuesta antes de que las dos caminaran.

Una vez que llegaron al gimnasio, ibas a dar otro paso hasta que Ume te tomo de la mano y te jalo hacia atrás haciendo que no avances y casi te caigas.

¿Ahora qué pasó? ¿Sabes que nos regañaran si no entramos? — Le encuestaste, entonces esta te hizo una señal de que guardaras silencio mientras se pegaba a la pared como si se tratara de un ninja. — No, ya enserio Ume, me estas asustando.

No mames. — Se asomó y frunció el ceño. — Ahí están los hermanos Hantengu, puta madre... me lleva la que me trajo...

¿Ah, ahí están? — Una sonrisa gobernó tu rostro, la mayor se dio cuenta de esto y te miró confundida.

Pedido de pizza | Clones de Hantengu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora