Capítulo 1: Entre Páginas

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Sumergí mis sentidos en el oasis literario del "Ateneo Grand Splendid", una librería que exudaba encanto desde cada rincón. La suave luz dorada iluminaba las estanterías, mientras el aroma embriagador a tinta y papel creaba una atmósfera mágica que invitaba a perderse entre las páginas de los libros. Mis dedos recorrían con reverencia los lomos de los ejemplares, como si cada uno guardara secretos ancestrales esperando ser descubiertos.

Entre autores familiares y títulos que ya había explorado, mis ojos se posaron en una figura encantadora. Una melena ondeante, con tonos castaños y destellos dorados, enmarcaba un rostro que emanaba curiosidad y misterio. Sus ojos, de un verde profundo como el follaje en primavera, me miraron con una mezcla de sorpresa y curiosidad mientras sostenía un libro entre las manos. Era la historia que había dejado una huella indeleble en mi mente. Una sonrisa juguetona se dibujó en mis labios mientras con valentía decidí acercarme.

— Cuando un sueño muere, alimenta al boulevard —comenté con complicidad, buscando establecer una conexión. Ella me devolvió una mirada sorprendida, pero con un brillo de intriga en sus ojos.

— Boulevard - Flor Salvador —respondí, mi voz resonando con entusiasmo—, es una joya literaria que no puedes perderte.

Ella desvió la mirada hacia el libro que sostenía, con una sonrisa llena de picardía.

— Sí, he oído hablar de él, pero aún no he tenido la oportunidad de leerlo. Prefiero descubrirlo por mí misma, sin anticipaciones —respondió con una voz suave y melodiosa.

— ¡Entiendo, sin spoilers entonces! —respondí, dejando escapar una risa suave. Aunque nuestros intercambios de palabras crearon una complicidad instantánea, quedamos en un silencio incómodo, como si ambos estuviéramos buscando las palabras adecuadas para continuar la conversación. Sentí el impulso de romper ese silencio, pero antes de que pudiera hacerlo, ella tomó la iniciativa.

Con una sonrisa tímida pero cálida, compartió que estaba con su amiga buscando algún libro que comprar. La conversación fluyó entre nosotros como un río que encuentra su cauce, llevando consigo historias, opiniones y risas compartidas.

La conexión que surgía entre nosotros no pasó desapercibida cuando su amiga llegó apresurada.

— Mía, ¿encontraste algún libro interesante? —preguntó su amiga con tono apremiante, como si el tiempo fuera un recurso preciado.

En ese instante, supe que su nombre era Mía, y una sonrisa se formó en mis labios. Rápidamente, ella mostró el libro que tenía en la mano.

— Ese parece perfecto, es una historia conmovedora —comenté con entusiasmo. Mía asintió con gratitud, y su amiga, notando mi presencia, se unió a la conversación.

— Hola, soy Laura —dijo la amiga de Mía, extendiendo la mano con un gesto amistoso.

— Mucho gusto, soy Alex —respondí con una sonrisa. De reojo, noté cómo Mía también sonreía al escuchar mi nombre. Laura, entonces, se sumergió en nuestra conversación literaria, pero instó a Mía a dejar la librería, mencionando que todavía había otras cosas por comprar.

Antes de despedirnos, dejé escapar una sonrisa juguetona y lancé una mirada cómplice a Mía.

— Bueno, ¿Cómo voy a saber si te gustó el libro si no te doy mi número? —bromeé, tratando de mantener la ligereza en el aire.

Mía rió, sus ojos brillando con diversión.

— Tienes un punto —concedió con una sonrisa.

— Está bien, ¿Qué tal si intercambiamos números y te cuento qué tal me pareció el libro?

Asentí con entusiasmo y rápidamente saqué mi teléfono, listo para intercambiar contactos. Después de algunos toques rápidos en la pantalla, le pasé mi número a Mía y ella hizo lo mismo con el suyo.

— Perfecto —dije con una sonrisa, sintiendo una oleada de emoción.

Mientras Laura y Mía se despedían, intercambiamos sonrisas cómplices, anticipando ya nuestro próximo encuentro.

Con nuestros números guardados en los teléfonos, nos alejamos con la promesa de coordinar algo pronto. Me quedé allí por un momento, sintiendo la emoción de lo que acababa de suceder.

— Nos vemos pronto, Mia —dije, y con ese simple acuerdo, caminé hacia la salida, dejándome con una sensación de anticipación y emoción por lo que estaba por venir.

Aquello que Nunca FuimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora