Capítulo 14: Encuentro

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— Mia —

El sol se había puesto, pintando el cielo con tonos anaranjados y morados mientras me dirigía hacia el lugar donde esperaba encontrar a Alex. Había pasado días enteros revisando su Instagram, una práctica que se sentía invasiva pero necesaria para encontrar alguna pista sobre su paradero. Finalmente, una publicación me indicó dónde podría estar.

Mis pasos eran inciertos mientras caminaba por las calles familiares, mis pensamientos llenos de una mezcla de esperanza y ansiedad. Sabía que este encuentro podría cambiarlo todo, que enfrentarme a Alex después de tanto tiempo podría desencadenar una cascada de emociones que había estado tratando de contener.

Finalmente, llegué al lugar indicado y lo vi a lo lejos, entre la multitud, compartiendo risas y un buen momento con algunas personas. Mi corazón se hundió al presenciar la escena: Alex, con esa sonrisa radiante que tanto conocía, estaba abrazado a una chica que no conocía, pero parecía encajar perfectamente a su lado. La armonía entre ellos era palpable, como si estuvieran cómodos y felices juntos. Su presencia a su lado irradiaba una calidez que me llenaba de nostalgia, celos y tristeza al mismo tiempo.

En ese momento, tuve que tomar una decisión: acercarme y enfrentar la verdad o alejarme y preservar la felicidad de Alex. Sentí un nudo en la garganta mientras luchaba con mis propios sentimientos, pero al final, supe lo que tenía que hacer.

Opté por alejarme, por dejar que Alex siguiera adelante con su vida sin la interferencia de mi presencia. Sabía que no era el momento ni el lugar para revivir viejos recuerdos y desenterrar viejas heridas. Mi amor por él seguía siendo fuerte, pero también era lo suficientemente valiente como para dejarlo ir, para permitirle encontrar la felicidad que se merecía.

Mientras me alejaba, una sensación de desesperación me invadió. Me detuve por un momento y saqué la carta que había escrito para Alex de mi bolso. Con lágrimas en los ojos, la sostuve en mis manos por un momento, sintiendo el peso de mis palabras no dichas.

Finalmente, con un suspiro tembloroso, arrugué la carta entre mis manos y la solté, dejándola caer al suelo con un suave susurro. Un dolor punzante se apoderó de mi pecho al ver cómo los fragmentos de mis sentimientos caían al suelo, dispersándose como hojas al viento.

Con el corazón pesado y lágrimas en mis ojos, entré apresuradamente al baño. Cerré la puerta detrás de mí con un suspiro, sintiendo el peso abrumador de la situación. El reflejo en el espejo mostraba una imagen desgarradora: mis ojos hinchados y rojos revelaban el tormento interno que me consumía. Con manos temblorosas, me incliné sobre el lavabo y me enjuagué la cara con agua fría, tratando de disipar las lágrimas que amenazaban con brotar nuevamente.

Al levantar la mirada, me encontré con mi propio reflejo, una mezcla de dolor y determinación resplandecía en mis ojos. Tomé una respiración profunda, reuniendo todas mis fuerzas para enfrentar lo que vendría a continuación. Con un gesto decidido, me sequé las mejillas con la toalla y me arreglé un poco el cabello antes de salir del cubículo.

Al dar un paso fuera del baño, el corazón latía con fuerza en mi pecho, y entonces, sin previo aviso, choqué con una chica que pasaba por el pasillo. Nuestros cuerpos se encontraron en un instante de sorpresa y reconocimiento mutuo.

Al levantar la mirada, una gran sorpresa me invadió al notar quién era la chica con la que acababa de chocar. Era ella, la misma que estaba con Alex momentos antes. La sorpresa se reflejó en mi rostro.

La miré con disculpa, mis ojos aún vidriosos.

— Lo siento mucho — musité, mi voz apenas un susurro lleno de pesar.

La chica asintió comprensivamente, sus ojos reflejaban una suave empatía hacia mi situación. — No te preocupes — respondió con amabilidad antes de continuar su camino.

Agradecida por su comprensión, me apresuré a salir del baño, sintiendo el impulso de alejarme de esa escena dolorosa lo más rápido posible. Decidida a evitar cualquier otro encuentro incómodo, opté por tomar la otra salida más cercana, dejando atrás el café y todo lo que representaba para mí en ese momento.

Con un último vistazo al lugar donde había dejado a Alex, luchando contra el nudo en mi garganta y las lágrimas que amenazaban con escapar, reuní todas mis fuerzas y me alejé con paso firme. Cada paso era un eco de decisión y resignación, llevándome más lejos de lo que pudo haber sido y hacia lo desconocido del futuro.

Aquello que Nunca FuimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora