Capítulo 5: Decisiones

14 3 0
                                    

El sol del mediodía bañaba las calles de la ciudad cuando me dirigía hacia nuestro lugar habitual de encuentro. Mis pasos resonaban en el pavimento, acompañados por el latido acelerado de mi corazón. Esta vez, no podía aplazarlo más. Había llegado el momento de confesar lo que llevaba tanto tiempo guardando dentro de mí.

Al entrar en la cafetería, el aroma a café recién hecho y pasteles recién horneados envolvió mis sentidos, pero mi mente estaba completamente centrada en Mía. La vi sentada en la esquina de siempre, con la luz del sol bailando en su cabello castaño y sus ojos verdes brillando con curiosidad.

Me acerqué a ella con pasos decididos, aunque mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho en cualquier momento.

— Hola, Mía. —la saludé con una sonrisa nerviosa mientras me sentaba frente a ella.

— ¡Hola, Alex! —respondió Mía, devolviéndome la sonrisa.

— ¿Qué tal tu día?

— Ha sido bueno, gracias. —contesté, tratando de mantener la conversación ligera antes de abordar el tema que había estado rondando mi mente todo el día.

— Pero hay algo que necesito decirte...

Mía arqueó una ceja, claramente intrigada.

— ¿Qué pasa, Alex? ¿Estás bien?

Asentí, tragando saliva antes de reunir todo mi coraje.

— Mía, he estado pensando mucho en nosotros últimamente. —Comencé, notando cómo su expresión se volvía más seria.

— Y... necesito decirte algo. Algo que he estado guardando por mucho tiempo.

Sus ojos verdes me miraron con atención, esperando a que continuara.

— ¿Qué es? —preguntó, su voz suave pero llena de expectación.

— Estoy enamorado de ti, Mía. —Confesé, sintiendo cómo la tensión llenaba el aire entre nosotros.

— Desde el momento en que te vi en aquella librería, supe que eras especial. Y cada momento que hemos pasado juntos desde entonces solo ha confirmado esos sentimientos.

Un silencio incómodo se instaló entre nosotros mientras esperaba su respuesta. Podía sentir el peso de sus palabras en el aire, como si estuvieran a punto de cambiarlo todo.

Mía bajó la mirada, suspirando suavemente antes de hablar.

— Alex, lo siento. —Comenzó, y el peso de esas palabras cayó sobre mí como una losa.

— No siento lo mismo, no puedo...

Mis ojos buscaron desesperadamente los suyos en busca de algún indicio de esperanza, pero solo encontré la firmeza de su decisión. El dolor me atravesó como un puñal, dejándome sin aliento, mientras absorbía la impactante realidad de su respuesta.

— No... no esperaba esto. —Murmuré, luchando por mantener la voz firme mientras el mundo a mi alrededor parecía tambalearse.

— Pensé que... que quizás podríamos...

Mía negó con la cabeza suavemente, su expresión compasiva pero firme.

— Lo siento, Alex. —Repitió, y cada palabra resonaba en el aire con un eco doloroso.

Un nudo se formó en mi garganta, y luché por mantener la compostura mientras absorbía sus palabras. La incomodidad llenó el aire entre nosotros, y pude sentir cómo Mía se retorcía en su asiento, incómoda con la situación.

— Perdón, me tengo que ir. —Anunció Mía repentinamente, levantándose de la mesa con premura y dejándome solo en la confusión de mis pensamientos. El silencio que siguió fue ensordecedor, y me quedé allí, sintiendo el peso abrumador de la decepción mientras trataba de procesar lo que acababa de suceder.

Aquello que Nunca FuimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora