Capítulo 2: Vínculos

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Me encontraba en mi habitación, la suave luz del sol filtrándose por la ventana mientras hojeaba los libros de mi estantería. Estaba tratando de elegir cuidadosamente el adecuado para llevar a nuestro próximo encuentro con Mía.

Las últimas semanas habían sido un torbellino de emociones desde que conocí a Mía. Cada momento compartido con ella parecía intensificar mi curiosidad y atracción hacia esta chica intrigante que había entrado en mi vida de manera tan inesperada.

Finalmente, llegó el tan esperado momento de nuestro encuentro. Nos dimos cita en la acogedora cafetería local, aquel lugar al que Mía siempre alababa por tener el mejor café de la ciudad: "La Molina". Mientras esperaba su llegada, jugueteaba nerviosamente con la taza de café, sintiendo la emoción y los nervios revoloteando en mi interior.

El tintineo de la campana sobre la puerta anunció la llegada de Mía. Mi corazón dio un vuelco de emoción al verla entrar, su rostro iluminado por una sonrisa radiante.

— ¡Hola, Mía!  — saludé con entusiasmo, levantándome de mi asiento para recibirla.

— ¡Qué bueno verte de nuevo! — Mía devolvió la sonrisa, con un brillo de alegría en sus ojos.

— ¡Hola, Alex! — respondió con calidez, acercándose para darme un abrazo.

— Me alegra verte también. — El abrazo fue como un refugio, un lugar donde el tiempo parecía detenerse por un momento mientras nos sumergíamos en la calidez y la familiaridad el uno del otro.

Después de ordenar nuestros cafés, nos sumergimos en una conversación animada sobre los libros que habíamos traído. Mía me sorprendió con una elección perfecta, "Te Espero en el Fin del Mundo" de Andrea Longarela, mientras que yo había seleccionado "Cuando no Quede Más Estrellas que Contar" de María Martínez para ella.

Me sentí emocionado al ver el libro que Mía había elegido para mí.

— ¡Te Espero en el Fin del Mundo! He escuchado cosas maravillosas sobre este libro. ¡Estoy deseando leerlo! expresé con entusiasmo.

— Sí, es una de mis novelas favoritas. Espero que lo disfrutes tanto como yo, respondió Mía con una sonrisa cálida.

— ¡Qué coincidencia! "Cuando no Quede Más Estrellas que Contar" es uno de mis libros favoritos. Espero que también te guste tanto como a mí. — Compartí con una chispa de anticipación en mis ojos.

— Estoy segura de que sí. ¡Gracias, Alex! Después te platicaré qué me pareció. — dijo Mía con una sonrisa llena de complicidad.

El intercambio de libros se había convertido en una tradición entre nosotros, una forma de profundizar nuestra conexión y explorar los mundos literarios del otro. Me encantaba cómo cada libro revelaba un poco más sobre quiénes éramos, nuestras pasiones y nuestras experiencias de vida.

Con el pasar de la tarde, nuestras conversaciones se volvieron más íntimas. Hablamos de música, de libros, de la vida en general. Sentí que podía ser completamente yo mismo alrededor de Mía, y eso era algo que valoraba enormemente.

A medida que la tarde avanzaba, me di cuenta de que estaba empezando a sentir algo más por Mía. Sus palabras, su risa, su presencia, todo en ella me atraía de una manera que no podía ignorar.

Cuando nuestras miradas se encontraron en un momento de silencio, sentí que el universo estaba conspirando a nuestro favor. Había algo especial entre nosotros, algo que trascendía las palabras y las acciones.

me puse un poco nervioso y al desviar mi mirada hacia otro lado, mis ojos se posaron en el brazalete que Mía llevaba en su muñeca. Era un delicado brazalete de plata con un pequeño dije en forma de estrella

— Ese brazalete es muy bonito. — Comenté con interés, reconociendo su presencia por primera vez.

Mía asintió con una suave sonrisa, acariciando el brazalete con los dedos.

— Es un regalo de mi madre, dijo con voz suave pero cargada de significado. — Es algo que siempre llevo conmigo, es muy importante para mí.

Sus palabras resonaron en mi mente, llenándome de curiosidad pero también de respeto hacia aquel objeto que tenía un valor tan profundo para ella. No necesitaba saber más; la simple mención de su madre y la importancia que aquel brazalete tenía para Mía bastaba para comprender su significado.

La tarde llegó a su fin con la promesa de otro encuentro. Mientras caminábamos juntos hacia la salida de la cafetería, sentí que este capítulo recién comenzaba. Había algo en el aire, una sensación de posibilidad y anticipación que me llenaba de emoción y expectativa.

Aquello que Nunca FuimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora