004

1.8K 238 114
                                    

Mi mandíbula no puede evitar caer al ver el restaurante donde se ha estacionado el chofer que Suguru envió. Sushi Yoshitake. Uno de los restaurantes con estrellas Michelin ubicados en Tokio. Ni siquiera suele estar abierto a esta hora, según mi búsqueda en internet.

Incluso le pregunté al chofer si no se había equivocado, pero me dijo que esa era la dirección que el Joven Geto le había dado.

Demonios, ¿qué debe hacer uno para conseguir trabajo en Cappuccino Capital?

No solo es necesaria la reservación en este lugar. Debes ser capaz de costearlo y tener la suerte de encontrar lugar dentro de unos meses. Es decir, si yo, una simple mortal, llamara ahora para hacer una reservación, cabe la posibilidad de que la programen para dentro de siete meses; lo que me da el tiempo necesario para reunir el dinero que pagará la cena. Para uno.

Antes de que mi mano llegue a abrir la puerta principal, esta se abre de par en par frente a mí. Me dan la bienvenida con toallas calientes y esas servilletas que se hidratan con el agua. 

¿Qué hago? ¿Una reverencia?

No hay necesidad de preguntar en qué mesa se encuentra Suguru, pues el restaurante ni siquier es grande. En vez de sentarse en la barra frente al chef, toma una de las pocas mesas para dos personas que hay. Al verme, no me saluda con un ademán de mano, solo con una sonrisa mientras tilda la cabeza hacia la derecha y la apoya sobre su mano. 

Un hombre saca mi silla para poderme sentar. Después, la acerca a la mesa.

Hubiera preferido vernos en un KFC que aquí. Me siento sofocada. No porque no haya ido a lugares así antes. Me han pedido que tome fotografías para páginas web de los restaurantes. Pero esto es diferente. Estoy aquí como invitada en un horario exclusivo con un trabajador de Cappuccino Capital al que me cogí anoche.

No es una cita. Es un intento de persuasión. Me quiere encandilar con lo que puede pagar. Pero solo me siento fuera de lugar.

—Si querías impresionarme, pudiste haberme mostrado tus cuentas bancarias— digo en lugar de saludarlo.

—¿Qué te hace pensar que eso es lo que quiero?— enarca una ceja.

—Por favor, ¿The Seven Club? ¿El hotel de lujo? ¿Una merienda en un restaurante con estrellas Michelin?— abro mis brazos para intentar mostrar la magnitud con la que yo veo esto.

Sin embargo, parece hacer escuchado un chiste, pues no hace más que reírse.

—Yumei, lamento reventar tu burbuja, pero este es el tipo de cosas a las que estoy acostumbrado. No lo hago para mostrarte cuánto dinero tengo. Para eso, como dices, puedo mostrarte mis cuentas bancarias, esta es solo mi realidad. Ahora, si la siguiente vez quieres ir a un McDonald's, tampoco me opongo a comer una hamburguesa ahí.

—¿Siguiente vez? Quieres decir que... ¿quieres seguir viéndome?

—Solo si estás de acuerdo con ello, por supuesto— suelta un suspiro—. Escucha, no me bastó una sola vez contigo. Y siempre me ha parecido que la honestidad es importante, así que te diré la verdad. Me pongo duro de solo pensar en lo que hicimos anoche. Me gustaría que llegáramos a un acuerdo.

—Anoche, cuando me preguntaste qué buscaba... si te hubiera dicho que busco algo serio, ¿qué habrías dicho?

—Que no— da un trago a su té de jazmín—. No se me da. Y no quiero una relación seria. Habríamos platicado toda la noche y los tragos los habría pagado yo. Me habría despedido de ti con un beso en la mejilla. Después, le pediría a mi chofer que te lleve a casa. Fin de la historia.

Positions | Geto S. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora