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Me disculpé con las chicas en el auto. Sé que no dicen las cosas para molestarme. Y no es que yo no quiera volver a enamorarme. Solo no volveré a confesar mis sentimientos. Yo puedo saberlos, pero la otra persona no.

También soy consciente de que no puedo decir que jamás me enamoraré de Suguru. Tienen razón al decir que lo físico pronto puede llevar a lo sentimental, pero me ha hecho saber que eso no es para él. No es lo que busca, al menos. Si llego a enamorarme de él. No se lo voy a decir. Solo diré que termino las cosas porque quiero enfocarme en mí o alguna cosa cliché como esa.

El chofer nos deja en la puerta principal de The Seven Club. Al dar nuestros nombres, nos dejan pasar, aunque no sin antes ponernos un brazalete transparente que comienza a brillar de un verde neón cuando entramos a lugar.

En el brazalete también se puede observar el logo de APHRODITE. Claro, la aplicación de citas del momento tenía que ser patrocinador de un evento como este. 

—Sabía que ese color te quedaría perfecto.

Siento una mano cálida recorrer mi cintura y un aliento con olor a menta chocar contra mi oreja. Me jala hacia él, hasta que mi espalda choca contra su pecho. No puedo evitar sonreír ante el gesto y el halago.

—Tienes buen gusto— respondo.

—Pues claro, eres la mujer más hermosa en todo el club— roza sus labios contra mi oreja.

—No tienes que halagarme para llevarme a la cama— bromeo con un tono sensual.

—Carajo, consíganse un jodido cuarto— pide Shoko, interrumpiendo el momento.

—¡Shoko!— la regaña Utahime al golpear su brazo, pero no con fuerza.

Yo cambio nuestras posiciones, de forma que ahora estamos lado a lado.

—Chicas, él es Geto Suguru. Ellas son Shoko Ieiri— presento a mi amiga de los ojos atractivos que dejan ver que no ha dormido bien—, y Utahime Iori— digo referente a la chica que es un poco más baja de estatura.

—Es un placer conocerlas, Yumei me ha hablado bien de ustedes— sonríe mientras vuelve a rodear mi cintura con su brazo.

—Ah, créeme, ella también ha hablado muy bien de ti— Shoko toma sus dedos índices y los lleva de estar frente a ella hasta que queden a la altura de sus hombros.

Yo me sonrojo al darme cuenta de lo que ella habla. Para mi buena suerte, Suguru solo ríe ante el gesto.

—Beban y coman todo lo que quieran hoy, cortesía de Cappuccino Capital— dice con una sonrisa.

—Perfecto, olvidé mi cartera en casa a propósito— dice Ieri antes de tomar a Utahime, quien tomaba postres de la bandeja de uno de los meseros, del brazo y llevársela lejos. Sé que no las veré el resto de la noche, pero que de alguna manera amanecerán en mi habitación.

Serán problema de Yuuji. Si es que no se excusa con quedarse a dormir en casa de Megumi, claro.

—Tus amigas sí que son...

—¿Raras?— intento completar su frase.

— Especiales. Iba a decir especiales.

—Esa solo una manera más educada de decir que son extrañas— río por lo bajo, a lo que él no puede evitar sonreír.

—Culpable. Pero no es de tus amigas de lo que quiero hablar— pasa su mano por mi cintura y me jala hacia él. Una vez que nuestros cuerpos están cerca, su mano aprieta mi cintura un poco; sus dedos tocan la piel expuesta de mi espalda—. Me merezco un premio por haber elegido bien el vestido que usas esta noche.

Positions | Geto S. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora