Positions | Geto S. (+18)

009

La recepcionista me observa como si yo fuera la causa de todo lo malo que le pasa en la vida.

Suguru me dijo que viniera a verlo a Cappuccino Capital. Dijo que necesita pedirme un favor, pero que está demasiado ocupado para salir y que tampoco es algo que se pueda pedir por teléfono. Así que vine hasta aquí en autobús, a pesar de que se ofreció a enviar su auto. Yo ya estaba fuera de casa, y me era más fácil tomar el transporte público.

Al llegar al edificio, pregunté por Suguru en recepción. Con cara de pocos amigos, la chica detrás del escritorio me dijo que debo dirigirme a él como Joven Geto. A lo que volví a llamarlo por su nombre. Solo se molestó más. Aun así, con una sonrisa falsa, me dijo que necesitaba una cita si es que quería verlo; y que no se aceptan visitas de imprevisto, incluso si son de fans. Solo me dan ganas de poner en práctica lo que me mostró Yuji para cuando alguien se quisiera propasar conmigo.

No me quedó de otra más que enviarle un mensaje a Suguru para que bajara a recibirme. Sé que está ocupado, pero no creo que esta chica me deje subir hoy o nunca.

—Yumei.

Al escuchar su voz, me giro para verlo y le dedico una sonrisa.

—Joven Geto, ¿conoce a esta... señorita?— pregunta la recepcionista con un tono despectivo.

—Cuando la veas, no hagas preguntas. La dejas pasar, ¿entendido?— dice al poner su brazo al rededor de mi cintura.

—Claro, señor, lo siento— la chica hace una reverencia para luego continuar con su trabajo.

—Ven, vamos a mi oficina— me guía hacia el elevador.

No me había detenido a ver lo hermoso que es este lugar. Justo como se ve en las películas. Siempre he observado edificios como esté por fuera, pero no por dentro. Es lujoso, sin miedo de mostrar que son una empresa de alto impacto.

—La recepcionista es un amor— digo con un tono de burla en mi voz.

—Perdón, eso es culpa mía.

—¿Cogieron?

Él asiente, avergonzado.

Yo reí por lo bajo.

—Creí que era sentido común no juntar el trabajo con el placer.

—Yo era un caso perdido y ella me sedujo, ¿de acuerdo? Ya no soy así.

—Tranquilo, no te juzgo.

Él enarca una ceja.

—Bueno, lo hago... un poco.

Ahora es él quien ríe.

El elevador se detiene en uno de los pisos más altos del edificio. Algo no anda bien. ¿Por qué si es un trabajador como los demás no trabaja en los pisos bajos? Esto es demasiado alto.

Al caminar detrás de él, me siento tonta por no haber comprendido que claramente debe ser alguien con un puesto alto si es que puede darse tantos permisos, beneficios y lujos. Así como el hecho de ir a The Seven Club y pagar, aun sabiendo que los precios de las bebidas son desconocidos. Si puede pagar sin ver la cuenta, claro que debe tener una oficina con un escritorio de oro sólido.

—Suguru, ¿eres el presidente de la empresa?

Él se detiene en seco.

Ya no se escucha más el sonido de sus zapatos contra el mármol blanco.

—... No realmente.

—¿A qué te refieres?

—Mi padre no se ha retirado, así que aún no lo soy.