012

1.1K 160 62
                                    

Su voz, apenas un murmullo, me llegó a través del ruido de la sala. Era la primera vez que escuchaba mi nombre de sus labios en tanto tiempo.

Nos quedamos mirándonos a los ojos un instante más, como si ambos estuviéramos midiendo el impacto de este encuentro inesperado. No hubo ninguna emoción abrumadora, ningún latido acelerado, ni nudo en la garganta. Solo una calma extraña, como si estuviera viendo a alguien que una vez conocí, pero que ahora era solo un recuerdo borroso.

Caminó hacia nosotros, sus pasos lentos, como si también estuviera procesando lo que significaba vernos de nuevo. Como si lo hiciera con el cuidado de que yo no fuese a darme la media vuelta para salir corriendo. Y lo sabía. Para él, yo siempre había parecido un pequeño conejo tembloroso en la espera de un abrazo cálido... Un abrazo que terminó siendo helado con él.

Cada paso que daba hacia mí era un recordatorio de lo lejos que habíamos llegado aquel día en que ambos nos emborrachamos y que terminé por darle algo preciado para mí. Pero ahora, todo lo que quedaba de esa cercanía eran fragmentos dispersos, recuerdos que ya no dolían como antes.

Su presencia, que en otro tiempo habría sido abrumadora, se sentía ligera, todo lo contrario a lo que esperaba. Me miró con esos ojos que antes solían hacerme cuestionar todo, pero esta vez no sentí la misma incertidumbre, ni la necesidad de buscar en ellos algo que no estaba allí. Solo vi a una persona que había compartido un fragmento de mi vida, pero que ahora era parte de un pasado que ya no tenía lugar en mi presente.

—Mei—repitió, esta vez con más firmeza en su voz, como si necesitara reafirmar mi presencia ante él.

—Hola, Satoru.

No tenía la intención de escupir su nombre. Quería sonar lo más normal posible. Pero así fue como salió. 

Mi voz sonó más fría de lo que había anticipado, casi cortante. El nombre "Satoru" parecía salir de mis labios con un peso que no había esperado, como si mi subconsciente estuviera recordando todo el dolor que había dejado atrás. Sus ojos se estrecharon apenas, pero lo noté. Él también lo hizo. Por un breve segundo, una chispa de incomodidad cruzó su mirada antes de que se disipara, reemplazada por esa misma sonrisa que siempre utilizaba para ocultar sus verdaderos pensamientos. Una sonrisa que me dio por muchos años, queriendo esconder que pasaba por momentos difíciles para no hacerme preocupar.

—Es bueno verte—dijo, con un intento de calidez en su tono, pero el esfuerzo fue evidente.

No respondí de inmediato, permitiendo que el silencio entre nosotros hablara por sí solo. Una parte de mí todavía esperaba sentir algo, una sacudida de emociones, pero lo único que sentí fue un leve cansancio, como si esta interacción ya no valiera la pena. Había pasado tanto tiempo intentando entender lo que él significaba para mí, y ahora, frente a él, todo lo que quedaba era una sensación de indiferencia.

—Sí, ha pasado mucho tiempo—dije finalmente, con una sonrisa educada, pero distante, consciente de que estaba devolviendo el mismo tipo de vacío que sentía.

—¡Vamos, niños!— animó el señor Gojo—. ¡No se traten como extraños! Se conocen desde que aprendieron a leer y escribir.

—Te recuerdo que este es un ambiente laboral, Gojo. Si no vas a hablar de Toshi Systems o de cómo encontraste a la nueva competencia, me retiro— el padre de Suguru se dio la media vuelta para irse.

Al notar que no había tenido la mejor actitud en el momento, el señor Nobutoshi fue detrás de él al instante, dejándonos a los tres solos.

La incomodidad entre nosotros era evidente. No sabía qué decirle, ni de qué hablar. Y pensar que solía creer que le gritaría un par de cosas. Ahora no creo que valga la pena.

Positions | Geto S. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora