27. JeongIn

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Cuando abrió los ojos, JeongIn observó el techo de la habitación de HyunJin. Tenía la garganta seca y adolorida. Percibió un ambiente pesado a su alrededor, sofocante. JeongIn soltó un quejido bajito al abrir los párpados por completo.

Sintió una inmensa presión sobre su cuerpo. Suavemente sus ojos se desviaron a sus lados, notando que el rubio escondía el rostro en su cuello, mientras sus brazos lo aprisionaban en el calor de su cuerpo. El Omega intentó moverse inútilmente, removió sus brazos, deslizando sus dedos por la espalda del Alfa. La piel ardiente, acalorada, lo obligó a separarse al instante con sorpresa. JeongIn empujó apenas, sintiendo sus piernas entumecidas. No comprendía del todo, pero le dolía el cuerpo. Le palpitaba la zona del cuello y detrás de la cabeza, un dolor agudo que provocó una ligera fiebre de mejillas rojas y piel aperlada. JeongIn apretó con manos temblorosas la cintura de HyunJin, presionando para intentar apartarlo.

—Hyun... —llamó bajito, sintiendo una sensación pastosa en su saliva. El gusto a sangre cubrió su lengua, entre el calor y su cabello húmedo. JeongIn desvió la mirada hacia la ventana, un cielo pálido, de un apagado celeste medio oscuro. Estaba por anochecer y apenas JeongIn recordaba que su madre vendría por él. El Omega apartó la mirada. Sentía las piernas dormidas, tal vez por el peso de HyunJin o una mala posición. Notó que llevaba puesto su ropa interior, aunque un ligero movimiento le confirmó que HyunJin no lo había limpiado esta vez. La humedad de la tela contra sus partes íntimas, el calor que emanaba el Alfa sobre él, presionando sus caderas juntas era una sensación pesada y sofocante.

JeongIn desvió la mirada, el cabello rubio de HyunJin acariciaba su barbilla. Aquellos hombros grandes, el pecho, los brazos fuertes rodeaban todo su abdomen. Lo cubría por completo. El menor se removió una vez más, liberando su pierna enyesada, presionando con tanta fuerza la cintura del rubio que este se removió, gruñendo, aferrándose con más insistencia a él. Las feromonas de HyunJin empezaron a inundar la habitación. JeongIn frunció el ceño, mientras sus mejillas se prendían y su cuerpo se debilitaba al instante.

—HyunJin —llamó, mientras su corazón empezaba a latir con más fuerza. Le dolía la cabeza. Sentía el cuerpo ardiente y no sabía si era el calor de HyunJin o si realmente se estaba sintiendo mal—. ¡HyunJin! Déjame ir... tengo que irme a casa... mi mamá vendrá.

El menor soltó un quejido cuando el Alfa apretó los brazos en su cuerpo. Un gruñido bajo y fuerte brotó del pecho de HyunJin, hasta su garganta. JeongIn frunció el ceño, mirándolo con grandes ojos cuando el chico elevó la mirada rojiza hacia él. Escarlata puro, labios ensangrentados, mejillas calientes. Tenía la mirada cegada, perdida. El más chico se sonrojó al instante.

—No te vayas —susurró Hyunjin con la voz rasposa. Suavemente moviéndose sobre él. JeongIn sintió que su cuerpo entero se estremecía al percibir que aquel respiraba cerca suyo. Lento, profundo. Sintió suaves besos en cuello, su barbilla. No podía despegar la mirada de aquellos ojos destellantes. HyunJin lo observó, apoyando sus brazos lado a lado. Aquel se remojó los labios, húmedos, mientras mechones rubios caían sobre su frente. Grande, fuerte, con feromonas espesas que mareaban a JeongIn—. Quédate aquí... Omega. Quédate conmigo.

—HyunJin... —susurró. Las feromonas del Alfa acariciaron su piel, su alrededor. Eran fuertes, sofocantes, provocaron que el cuerpo entero de JeongIn se erizara al segundo. El menor lo miró con grandes ojos. La presencia de HyunJin se sentía diferente. El azabache no se movió siquiera un centímetro cuando aquel acarició su barbilla con sus dedos, bajando con total lentitud a su cuello. La presión de la gran mano de HyunJin contra su garganta lo hizo temblar. La respiración del Omega se volvió pesada, pronunciada, igual que el agarre de sus manos contra el pecho de aquel—. Espera...

HADO • HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora