37. Minho

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—No puedo dormir.

—Hablaré con él —susurró mientras se apartaba lentamente del joven acurrucado contra él. Suavemente se estiró hacia la mesa a un lado de la cama, abrió el cajón y sacó de allí dos objetos pequeños—. Ponte esto.

—¿Qué es? —murmuró por lo bajo. Han JiSung se apartó un poco, bajo la atenta mirada de Minho. El Omega entrecerró los ojos, apretando el objeto suave y esponjoso.

—Tapones para el oído —respondió. Estaban recostado en una gran habitación. A su alrededor no habían muchas cosas que distinguieran los gustos del Alfa, más allá de los elegantes muebles antiguos y caros que decoraba el lugar. La luz de la luna entraba por una de las ventanas, golpeando directamente sobre los tiernos ojos del Omega sobre su cama. El Alfa bajó suavemente una mano hacia los hombros desnudos, las clavículas marcadas. Respiró profundo y lento.
Inconscientemente empezó a liberar feromonas al percibir que aquel delicado ser olía a él—. Iré a decirle al viejo que se duerma de una vez.

—No seas grosero —murmuró el más joven, acurrucándose entre las sábanas. Minho sonrió.

—Eres el único al que papá trata bien —habló, mientras se colocaba una remera que había abandonado sobre el suelo horas antes. Minho se puso la ropa interior—. Y solo es así porque eres Omega y está convencido de que le darás muchos nietos.

—Ya... —susurró el Omega, entrecerrando los ojos cansados. Minho se inclinó para besar las pomposas mejillas y apretar suavemente aquellas delicadas curvas. Se apartó cuando JiSung escondió el rostro en su almohada, mientras aferraba brazos y piernas en él. El Alfa se apartó, parándose y buscando el pantalón flojo que usaba para dormir. Elevó la mirada hacia la ventana que daba al campo de su familia, enorme, extensa, mientras la luz de la luna bañaba toda la zona de un triste azulado blanquecino. El Alfa se vistió. Sus ojos se clavaron en el campo de algodón, más alejado aún. Una extensión blanca que parecía brillar bajo la galaxia de estrellas del cielo.

Salió de la habitación. Minho frotó suavemente los párpados de sus ojos, quitándose la fatiga y el sueño. La antigua casona era elegante, con reliquias familiares que tenían sus años. Era un lugar enorme y casi vacío, sin empleados por las noches y nada más que el eco de los propios pasos. Se había acostumbrado a la soledad del lugar. A los pasillos casi oscuros, solamente iluminados naturalmente por la luna. Era un espacio que remodelaría luego de que su padre se muriera, en especial razón porque JiSung solía asustarse fácilmente y no podía andar de noche sin quitarle la mano de encima.

Su padre se reía a veces del Omega que había traído a casa. Siendo él un Alfa dominante viejo, alto y fuerte no destilaba nada más que autoridad y miedo. Era el mayor de sus hermanos, apartado casi de la familia por haber embarazado a una Omega común. No era una realidad que le afectara del todo. A su padre le podía interesar poco lo que él fuera, solo anhelaba qué tan fuerte y listo podía ser para heredar todo su legado.

Su padre tenía un instinto agudo y sensible. Siempre le recordaba que desde la niñez supo que iba a ser Alfa. Un niño criado a la antigua, con mano fuerte y la enseñanza suficiente para no ser un cobarde.

Minho golpeó la pesada puerta de la habitación de su padre, antes de abrir. Frente a él se extendió una habitación grande, vacía y fría. Lo vio sentado en la mecedora que alguna vez perteneció a su madre, balanceándose suavemente. Sus piernas largas y sus brazos fuertes descansaban con tranquilidad. Minho suspiró, bajando la mirada a la escopeta a un lado del asiento y la caja de cartuchos abierta sobre una mesita ratona. Oía que su padre murmuraba, como si estuviera enojado.

—¿Qué haces aquí? —lo oyó, mientras lo veía tomar la escopeta de forma desinteresada. El joven se enderezó al segundo, avanzando. Minho se asomó a la puerta del balcón que daba hacia el campo. La luz de la luna iluminaba todo. El rostro arrugado de su padre, su cabello negro corto, sus ojos oscuros alzándose, vacíos. El joven bajó la mirada a las grandes manos sobre la escopeta—. ¿No deberías estar en tu habitación dándole mimos a ese Omega?

HADO • HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora