Todos estamos arriba del autobús, reunidos en un silencio pesado mientras velamos a Su Yeong. Desde lejos, me despido con un nudo en la garganta antes de bajar del vehículo, las lágrimas mezcladas con el ardor de la rabia que me consume. Estoy harta de perder a quienes amo, de enfrentarme una y otra vez al cruel destino que nos arrebata sin piedad. Cuando el soldado baja y me ve, se acerca con cautela, y yo me seco las lágrimas con gesto desafiante.
-¿En verdad existe ese refugio? -pregunto con voz entrecortada, llena de esperanza y desesperación.
El soldado asiente solemnemente-. De verdad.
-Entonces, prométeme algo. No importa qué pase, no importa si me quedo atrás, sálvalos A todos, ¿podrías? -mi voz tiembla con la intensidad de mi súplica.
El soldado me mira con una mezcla de preocupación y determinación palpable, como si dentro de él se estuviera gestando una tormenta de emociones.
-Lo haré. Pero antes debo saber, ¿Estás infectada? -su voz es firme pero cargada de compasión.
Su pregunta corta el aire pesado que nos rodea, y asiento con resignación, sabiendo que no hay escapatoria de mi destino sellado por la enfermedad. Extiende su arma hacia mí en un gesto simbólico, una promesa silenciosa de protección y sacrificio.
Asiento con un nudo en la garganta, sin poder sostener su mirada por mucho tiempo.
No puedo contener las lágrimas y vuelven a brotar, inundando mis mejillas en un torrente de dolor y desesperación. De repente, el soldado me abraza, su gesto toma por sorpresa mi corazón herido. No correspondo de inmediato, aún sorprendida por su repentino acto de compasión.
-Los abrazos son extraños, pero necesitabas uno, ¿no es así? -susurra con una calidez inesperada en su voz.
Lo miro, desconcertada por su repentina muestra de afecto en medio de la desolación que nos rodea.
-¿Por qué eres tan amable con nosotros?,- me atrevo a preguntar.
El soldado me mira con seriedad, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para explicar su comportamiento.
-Porque es mi deber, no una obligación -responde con firmeza, su mirada reflejando un compromiso inquebrantable con su causa.
Me quedo sin palabras ante su respuesta, sorprendida por la profundidad de su convicción y su dedicación hacia nosotros, incluso en los momentos más oscuros.
Juntos volvemos arriba, y él informa que desde ahora habría que caminar. Yo me dirijo hacia Yeong su, quién al verme me abrazó y volvió a llorar.
-Yeong su. Tenemos que irnos.-dice la señora Moon.
-Llevemos a Su Yeong.-dice en medio del llanto.
-No puede venir.
-¡Entonces no iré!-me soltó y se aferró al cuerpo de su hermana.
-Yeong su...
-¡Yo también moriré de todos modos! ¡Tú también te convertirás en un monstruo!-le gritó a la señora Moon.
-No es cierto, ¿Por qué me convertiría?-intentamos acercarnos pero el se aleja.
-¡Vayanse! ¡Me quedaré con Su Yeong! ¡Vayanse!
El hombre que habíamos recogido sube al autobús y se lleva en brazos a Yeong su, la señora Moon y yo nos quedamos viendo, ambas llorando.
Me acerco a Su Yeong y dejo un pequeño beso en su frente.
-Descanza pequeña, yo cuidaré de él, lo prometo.
Me alejo y la señora Moon cubre el rostro de la pequeña. Al bajarnos, Yeong su continúa gritando.
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The last sweet home (Segunda temporada)
FanfictionLuego de la "muerte" de Hyun su, nuestro grupo de refugiados sobreviven al infierno de un mundo apocalíptico... Hyun su y tu, parte II