Capítulo Tres; Hogar Verde

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—Ahora a la izquierda.

Voy sentada junto a La señora Moon, quién me hace caricias en el cabello después del desmayo que tuve. Veo que pasamos cerca de un cartel que dice; "Apartamentos hogar verde".

—¿Recuerdas algo que te ayudaba a contener el hambre? Cualquier cosa.—intento hacer memoria ante las palabras de Ji soo.

—E-el café. El café ayudaría, o quizás algún electrolito, algo que me dé energía.

—¡No hablas enserio! ¿Por qué volveríamos aquí? ¿¡Estás loca?!

—Esto es un error. Volvamos.

—¿A dónde?

—¿Q-qué?

—Viste ese lugar. ¿Te pareció seguro? —Eun Yoo se vuelve hacia los soldados—, ¿Existe ese refugio? ¿Por qué no nos dices en dónde está?

—No sabemos si están infectados. ¡Tu amiga es un claro ejemplo, hay que matarla!

—Cualquiera podría estar infectado. Nadie es inmune a la monstrualizacion. Cualquiera podría convertirse en monstruo. No sabes cuándo ni como.

El auto suena y por lo visto una de las ruedas de ha pinchado. Los mareos se detienen y el dolor comienza a desaparecer lentamente. Cada vez me siento un poco más fuerte.

—No podemos seguir.—afirma el soldado.

—Esperen aquí un momento—pide Eun yoo—Ahora vuelvo.

Ji soo se levanta y va hacia ella—Puede que no sea el Eun Hyeok que recuerdas.

—Te quivocas. Prometió que volvería pasara lo que pasara. No creeré nada más hasta que lo vea con mis propios ojos.

Guardamos silencio y Ji soo toma el arma y dispara.

Eun Yoo corre hacia la bajada del auto.

—Iré contigo—dije bajandome con ella

—Pero estás debil...

—Hyeok podría no ser el mismo, si algo te pasara no me lo perdonaría. Deja que te acompañe.

Eun Yoo mira hacia Ji soo y ella asiente, las dos nos vamos corriendo en dirección hacia el edificio.

Entramos juntas y hay olor a quemado y escombros en todos lados. Eun Yoo me toma de la mano y nos guiamos entre las dos para evitar caer. Eun yoo se detiene y se agacha para levantar los lentes de Hyeok, al verlos, me doy cuenta de que las esperanzas al entrar al edificio lentamente se desvanecen.

—Eun Yoo... Debemos irnos—ella se limpia las lágrimas y asiente. La abracé mientras salíamos de las ruinas. Pero luego recordé, que mi hermano también podría seguir vivo—, ¿Podrías seguir tú sola un momento?

—¿Qué buscarás?—me mira curiosa.

—Algo de mi padres, se que pueden estar por aquí.

Eun Yoo asiente sin protestar en nada, yo retrocedo entre los escombros en busca de alguna pista de que Hyun su esté vivo. La mentira no es buena, pero usar a mis padres como excusa es aún peor.

Me escabullo entre las cosas, tratando de hallar aún que sea una huella, una migaja. Pero no hay nada. Todo lo que existió en algún momento ahora era polvo o estaba quemado, puedo reconocer entre el desecho una figura conocida, me acerco con cuidado y me doy cuenta de que era mi espada.

Aquella que solía utilizar en esos momentos de miedo. Estaba rota, partida a la mitad y sin reparación alguna. Me puse a pensar, si la espada estaba aquí... Tal vez también mi arma.

Mis brazos se curvan en dirección hacia los bloques de cemento y comienzo a urgetear, con una fuerza feroz, soy capaz de levantar varios bloques de cemento y gracias al cielo, veo la figura del arma. La tomé ente mis manos, revisando el cargador con por lo menos diez balas. Me pongo el arma en la cintura y abandono la espada, ya no me servía.

También encontré el arma que Hyun su utilizaba para atacar a los monstruos del edificio, está estaba atada a su mochila. Desconecté el arma y me quedé con la mochila para llenarla de pequeños bocadillos que encontraba de camino de vuelta hacia el auto.

No es hasta que oigo golpes, y veo como uno de los soldados le daba cachetadas a Eun Yoo.

Corrí en su dirección, aproximandome hacia ellos. No dudé ni un instante en levantar el arma y dispararle al hombre en el tobillo izquierdo.

—¡Au!—himió,e acerqué y lo tomé del cabello, poniendo el arma ahora en su cabeza.

—Eun Yoo, levántate.

Ella, en shock, se levanta y corre hacia Ji soo.

—Tú, suelta el arma—me dirijo hacia el otro soldado—, Sueltala y dásela.

Hago presión en el cabello del hombre en mi pecho y pongo la pistola firme.

—¡Ha-haz lo que te dice, rápido!—pidió.

El más joven le dió sus armas a Ji soo, lo hago arrodillarse.

—¡Sólo hay cadáveres aquí, niña! ¿Qué demonios planean hacer?—gritó el soldado mayor.

—Son... El pelotón Cuervo.—dijo el pelinegro. Se arrastra hacia los cadáveres y nos muestra—Aun están tibios, no pasó mucho tiempo... Debe haber un monstruo cerca.

El olor a sangre comienza a marcarme y la herida sangrante del hombre frente a mi es un obstáculo más, lo suelto con fuerza tirando lo sobre una piedra, el se queja. Ji soo les apunta a ambos y yo caigo al suelo.

—¿Que sucede?—Eun Yoo se acerca a mi.

—Es la sangre, el olor... Me está matando.

La señora Moon saca algo de su bolsillo, un pañuelo de color azul con detalles blancos.

—Era de Byeong-il, creo que te servirá para detener el olor.

Le agradezco y me pongo el pañuelo rodeando mi nuca, logrando tapar mi nariz y evitando el olor.

Ideamos un plan, los soldados de irían y nosotros nos quedaríamos. Así finalmente tendríamos un momento de paz. Mientras ataba las cuerdas del soldado más joven, me tomo la libertad de dejar su soga suelta.

—No apreté los nudos, si tienes cabeza, busca dónde esconderte y en dónde dejar a esa rata.—le susurré, el me miró.

—Vamonos.

El auto de ellos parte con el chico más joven manejando.

Nos quedamos adentro de las ruinas, pero se comienza a oír un ruido extraño. Cómo si algo cayera. Vemos que una sombra se acerca entre el humo de los escombros, parecía ser una figura femenina.

—¿Señora Im?

Mis ojos se abren al verla, como una pintura borrosa, luego recordé como había acabado ella, encerrada dentro de lo que me parecía era un huevo enorme.

—Es la señora Im...

—Pero se había convertido en monstruo.

Las palabras de Los niños me aterran, pero intento permanecer firme. Recordando como había presuntamente muerto la mujer, también recuerdo que nunca hayamos su cadáver, solo aquel huevo, que parecía ser un bebé gigante.

Se acerca a nosotros, desnuda. Pasa por nuestro costado y se dirige hacia afuera. Me acerco un poco y puedo ver cómo ambos soldados están sueltos e intentando escapar del lugar.

—Estoy harto de estos monstruos. ¡Muérete de una puta vez!

Se oye un estruendo y puedo ver el cuerpo desnudo de la señora Im chocar contra la pared, había Sido atropellada por uno de los soldados.

—Es un monstruo... Era un monstruo.

Comenzamos a levantarnos pero el ruido no se detiene ahí, de pronto, un sonido muy familiar se escucha desde las afueras del edificio.

—No veo... N-no veo...

En cuanto escucho aquella voz, mi cuerpo comienza a temblar entre los recuerdos...


The last sweet home (Segunda temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora