126. Un maravilloso accidente.

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—¿Cómo...? —Zhao Fengnian recordó las palabras de Qin Chi y se sintió enojado y preocupado al mismo tiempo—. Siempre has sido cauteloso y más estable que nadie. ¿Cómo pudiste distraerte? ¿Acaso no valoras tu vida? ¿Te das cuenta de que fuiste rodeado por zombis afuera de la base?

Wen Jia giró la cabeza y lo miró de reojo con una expresión que llevaba un significado que Zhao Fengnian no lograba entender del todo.

Era... ¿tristeza?

Espera, ¿cómo podría ser tristeza?

Zhao Fengnian pensó que se estaba equivocando y se frotó los ojos para mirarlo de nuevo, pero Wen Jia ya se había metido entre las mantas, dándole la espalda e ignorándole.

—Zhao Ge, todo es mi culpa. Fui yo quien puso a todos en peligro —dijo Qiao An desde la cama de al lado, sintiéndose culpable.

—No hables. ¿Estás bien? —Zhao Fengnian preguntó de nuevo.

Qiao An sacudió la cabeza y miró preocupado a Wen Jia.

Aunque solo tenía un corte en el brazo, no se le permitía dejar el puesto de observación debido a la gran cantidad de bacterias en el aire y la posibilidad de que el virus se infiltrara a través de la herida. Era mejor ser cauteloso.

Mientras tanto, Zhang Zhi y Mu Zi ya habían cambiado todo en la pequeña habitación. Las mantas y las sábanas eran desechables, como también la tetera y los vasos de papel.

El congee en la olla desprendía un delicioso aroma a arroz. Zhang Zhi lo sirvió y todos tomaron un poco.

Luego, Zhang Zhi les realizó pruebas de virus tanto a Wen Jia como a Qiao An, y los resultados no mostraron anomalías.

Aunque esa salida había sido peligrosa, no debería ocurrirles nada grave.

Todos estaban agotados después de completar todo eso. Ba Ping se acurrucó en un taburete y se quedó dormido, roncando. Zhao Fengnian y Mu Zi se ofrecieron a quedarse y cuidar a los heridos, mientras que Xie Yuzhao optó por regresar a su propio alojamiento.

Una vez que todo estuvo resuelto, Lao Yuan levantó el pie y se dirigió a su habitación, casi corriendo y desapareciendo en un instante.

Qin Chi tiró de Zhang Zhi para caminar más despacio, y después de asegurarse de que no podía ver la figura de Lao Yuan, lo llevó directamente al baño y lo metió dentro de un cubículo.

—Xiao Chi, ¿estás en celo? —Zhang Zhi podía sentir como la respiración de Qin Chi se volvía cada vez más pesada, y como la familiar feromona se extendía como una espesa niebla, haciendo que él también perdiera un poco el control.

—La feromona de Xiao Qiao hizo que Lao Yuan y yo nos sintiéramos un poco afectados. Los inhibidores que llevaba se los di a Wen Ge y Lao Ba —dijo Qin Chi mientras abría la cremallera de los pantalones de Zhang Zhi de forma brusca, y lo presionaba contra el baño, ansioso por besarlo.

Como beta marcado, Zhang Zhi también ansiaba a Qin Chi, pero tenía la sensación de que había pasado algo por alto. Entre jadeos, preguntó:

—¿Y Lao Yuan?

—Fue por más inhibidores. Si tengo a Zhi ge aquí, no tengo porqué acompañarlo en su aguante —dijo Qin Chi, y luego se quejó—. ¿Será que mi encanto ha disminuido? ¿O por qué sigues pensando en otros?

Zhang Zhi se sintió mareado por los besos, y su trasero fue rápidamente llenado por Qin Chi. La sensación familiar de placer nubló su cabeza, y las cosas que debía recordar también se desaparecieron por completo.

Pequeño lobo arrepentido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora