8- El recuerdo de su boca en la mía

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Lauren

A pesar de lo que pensaba Camila, yo había programado mi viaje a Europa antes de que ella se mudara. La mayoría de las marcas del Grupo Jauregui tenían su sede en el continente, y yo me reservaba un mes al año para celebrar reuniones en persona con los responsables de nuestras filiales europeas.

Este año, el momento era muy oportuno.

Sin embargo, me aseguré de vigilar a Christ y a Camila durante mi ausencia. Había asignado a Christ un puesto de ventas en una de nuestras filiales de joyería. Era una persona con don de gentes, y ponerlo en una oficina trasera en algún lugar solo significaría un desastre para él y para la tienda en cuestión. Según el director de la tienda, tuvo un comienzo dificil —mi hermano nunca había sido puntual—, pero cuando volví a Nueva York, parecía haberse adaptado, aunque a regañadientes, a su nuevo puesto.

Camila, en cambio, se había adaptado a su nuevo entorno como un pato al agua. Greta y Edward se deshacían en elogios hacia ella en cada informe, y yo volvía a casa para encontrar un nuevo cuadro en la galería, toallas con el monograma de D&V en los baños, y putas flores por todas partes.

—Lauren, relaja tu expresión —dijo Winona—. Dame una sonrisa... ¡eso es! Perfecto.

El obturador de la cámara hizo clic en rápida sucesión.

Camila y yo habíamos pasado la mañana haciendo fotos de compromiso en Central Park. Fue tan insoportable como había imaginado, llena de sonrisas falsas y abrazos falsos mientras Winona nos guiaba en poses diseñadas para mostrar lo "enamorados" que estábamos.

—Camila, pon tus brazos alrededor de su cuello y acércate.

Me puse rígido cuando Camila accedió y dio un paso tentativo hacia mí.

—Más cerca. Prácticamente puedo conducir un tractor entre ustedes ahora mismo —bromeó Winona.

—Haz lo que te dice para que podamos acabar con esto —le espeté. Cuanto antes pusiera más distancia entre nosotros, mejor.

—Cada día eres más encantadora. —La voz de Camila era tan dulce que podría haberla rociado sobre las tortitas—. Europa realmente hizo maravillas con tu personalidad.

—Más cerca —animó Winona—. Si captó nuestra hospilidad, no lo reconoció—. Un paso más...

Los pechos de Camila me rozaron los míos cuando cerró el espacio que quedaba entre nosotras.

Mis músculos se pusieron rígidos.

—Lauren, rodea a Camila con tus brazos.

Por el amor de Dios.

Como solo quería acabar con la tortura, apreté la mandíbula y puse las manos en las caderas de Camila. El calor atravesó la seda de su vestido y su maldito aroma a manzana volvió a entrar en mis pulmones.

Ninguna de las dos se movió, temiendo que el más mínimo movimiento nos acercara aún más.

—Recibí una interesante llamada de mi contable cuando estaba en París —dije en un esfuerzo por distraerme de nuestra inquietante proximidad—. Cien mil dólares cargados a mi Amex en un día, incluyendo diez mil en flores. ¿Te importa explicarlo?

—Me diste una Amex negra, la usé —dijo Camila con un elegante encogimiento de hombros—. ¿Qué puedo decir? Me gustan las flores. Y los zapatos.

Traducción: Fuiste una imbécil antes de irte y me desquité con tu cuenta bancaria.

Un sutil pero mezquino acto de venganza. Bien por ella.

No había nadie más irritante que alguien que no se defendía.

Pride Queen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora