20-Pensando en ti (Fue un error)

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Lauren

El puñetazo de Normani me hizo retroceder la cabeza con tal fuerza que me temblaron los dientes. El sabor a cobre me llenó la boca, y cuando mi visión se aclaró por fin, su ceño se enfocó como una fotografía en una bandeja de revelado.

—Ha sido una esquiva fácil. ¿Dónde está tu cabeza hoy?

—Fue un golpe. No te pongas arrogante.

—Tres. —Gruñó cuando mi uppercut le alcanzó por debajo de la barbilla—. Y eso no responde a mi pregunta.

Culpé a las siguientes palabras que salieron de mi boca por el impacto residual de su golpe.

—Besé a Camila en Acción de Gracias. —De buena gana. Por mi propia voluntad.

Habíamos hecho más que eso, pero seguro que no estaba discutiendo nuestra vida sexual con Normani.

El beso de la sesión de fotos de compromiso había sido forzado. Bali había sido... demonios, no sabía qué había sido Bali aparte de un polvo mental.

Camila había estado durmiendo o haciéndose la dormida después de que yo saliera de la ducha, y habíamos evitado hablar de lo sucedido en la semana siguiente. Probablemente pensó que la había rechazado por alguna razón, y yo estaba demasiado desconcertada para corregirla.

Normani me miró con extrañeza. —Besaste a tu prometida. ¿Y qué?

Joder. El beso me había fastidiado tanto que había olvidado que ella no sabía que despreciaba a su familia.

Para él, nuestro compromiso era un negocio, pero la mayoría de los matrimonios concertados seguían implicando intimidad sica antes de la boda. Si no sexo, al menos algo tan simple como un beso.

—Esta vez fue diferente.

No debería haberlo hecho. El beso, abrirme sobre mi familia, todo eso. Sin embargo, lo hice de todos modos.

De alguna manera, Camila Cabello se había metido en mi piel y no sabía cómo sacarla sin perder una parte de mí en el proceso.

Los ojos de Mormani mostraron un brillo de complicidad. —Mezclando los negocios con el placer. Ya era hora.

—Mira quién habla. —La idea de diversión de Normani era traducir textos académicos al latín sin otra razón que la de ser un fanfarrón y estar aburrida como un demonio.

—¿Qué puedo decir? Prefiero la compañía de las palabras a la de las personas. Excepto tú, por supuesto.

—Por supuesto. —Estaba tan lleno de tonterías.

Se río. —Anímate, Laur. Que te guste tu prometida no es lo peor del mundo.

Tal vez no en su mundo. Pero sí en el mío.

~

Mis esfuerzos por evitar a Camila se desintegraron cuando volví a casa y enseguida me encontré con ella en el vestíbulo.

—Oh, Dios mío. ¿Qué ha pasado? —Su expresión de horror confirmó lo que ya sabía: que estaba hecha un desastre.

Y si tenía alguna duda persistente, el espejo que colgaba frente a la puerta de entrada la hizo añicos.

Mandíbula magullada. Un ojo ennegrecido. Un corte en la frente.

Gracias a Dios que no tenía una reunión de la junta directiva en las próximas dos semanas.

—Normani. —Me quité el abrigo y lo colgué en el árbol de latón. Mi tono era indiferente, pero un calor inquietante se desplegó detrás de mis costillas ante su preocupación.

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