LAUREN & CAMILA
Lauren
—Más vale que sea importante. —Puse el teléfono en el altavoz y me encogí de hombros—. Este es el primer maldito descanso que tengo desde que aterricé.
Mi viaje a San Francisco había sido un torbellino de reuniones, sesiones fotográficas y trato con gente que tenía la cabeza tan me da en el culo que necesitaría una operación para ver la luz del día.
Apenas había dormido en las últimas cuarenta y ocho horas, pero por fin íbamos a cerrar el trato con Franco Santeri en dos horas.
Hasta entonces, quería ducharme, comer y, si tenía suerte, dormir un poco durante cinco minutos.
—Así es. Hubo un intento de robo en la enda insignia de Lohman & Sons en Nueva York. —Giulio, mi jefe de seguridad corpora va en Norteamérica, fue directo al grano. Era uno de los hombres de Christian, pero llevaba tanto tiempo trabajando para mí que me respondía directamente a mí en lugar de a Christian—. Detuvimos a los autores antes de que escaparan. Actualmente están bajo nuestra custodia.
—¿Hubo algún herido?
—Uno de los guardias de seguridad quedó inconsciente y ene una contusión. Aparte de eso, no, señor.
—Bien. Encárgate de ello como solemos hacerlo. Que sea limpio.
No había habido un intento de robo en una propiedad del Grupo Jauregui en dos años, pero los tontos nacen todos los días.
Me mantuve en el lado correcto de la ley cuando se trataba de las finanzas y los acuerdos de la sala de juntas. ¿Pero cuando se trataba de gente que intentaba robarme? No tenía reparos en darles un ejemplo.
Huesos rotos y sangre. Eran un lenguaje universalmente entendido.
—Por supuesto —dijo Giulio—. Pero, ah, eso no es todo.
Comprobé la hora, mi paciencia se estaba agotando después de una reunión de mierda de tres horas sobre proyecciones que podría haber sido un correo electrónico. —Ve al grano, Giulio.
Hubo una breve pausa antes de que dijera: —Tu prometida estaba en la tienda en el momento del intento de robo.
Mi mano se detuvo en el cierre de mi reloj. —¿Camila estaba en la tienda?
—Sí, señor. Estaba comprando y casualmente estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado.
La sangre rugió en mis oídos y una sensación de malestar se formó en la boca del estómago. —¿Cómo está?
—Está conmocionada. Uno de los atracadores la apuntó con una pistola cuando tardó en tirarse al suelo, pero nuestros hombres neutralizaron la situación antes de que resultara herida. —Giulio tosió—. Su hermano también estaba allí. Hoy estaba de turno y fue él quien pidió refuerzos en secreto.
Todos nuestros empleados en lugares de alto riesgo, como las joyerías, llevaban relojes personalizados con botones de pánico disimulados. Había sido idea de Christian. Los delincuentes esperaban que los botones de pánico estuvieran debajo de un escritorio o cerca de la caja registradora; no lo esperaban en un reloj, que era discreto y de más fácil acceso.
Pero ahora no pensaba en la eficacia de nuestro protocolo de seguridad.
Uno de los atracadores la apuntó con una pistola.
La negrura apagó mi visión. Cuando volvió una fracción de segundo después, la rabia empapó la habitación de carmesí.
—¿Dónde están ahora? —Mi voz era tensa. Controlada. En total desacuerdo con las sangrientas imágenes de retribución que se reproducían en mi mente.
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Pride Queen
Romansa-No lo olvides. -Apreté mis dedos contra su nuca, obligándola a mirarme-. Eres mi prometida, no la de nadie más. Me importa una mierda lo guapas que sean o el tipo de acento que tengan. Eres mía, y nadie... -Bajé la cabeza, mis labios rozando los su...