ɴᴜᴇᴠᴇ

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Enzo estaba persiguiendo algo; Matías estaba seguro de ello. Estaba jugando un juego cuyo propósito todavía no estaba completamente claro para Matías.

No sabía qué esperar del otro hombre luego de anoche. Joder, no sabía qué esperar de sí mismo después de anoche. Ya no estaba seguro de cómo actuar en torno a Enzo. Su plan a medio cocinar, de pretender ser un chico ignorante y vulnerable para lograr que Enzo dejara caer la guardia a su alrededor parecía irrisible ahora. Ya no necesitaba fingir. Se sentía terriblemente inhibido y vulnerable después de revelarle a Enzo Vogrincic, de todas las personas posibles, su perversión más vergonzosa: que le excitaba ser forzado, usado, rebajado y llamado de forma despectiva. Ninguno de sus anteriores novios había sabido de ese fetiche en particular. Matías siempre había estado demasiado avergonzado para contarles, sintiéndose como una aberración por excitarse con algo como eso. ¿Por qué no podía ser normal?

-No quiero hablar de ello -dijo Matías, manteniendo los ojos fijos en la bandeja de comida y resistiendo la urgencia de alejarse del hombre que estaba a su lado.

La cama parecía ser tan pequeña con el gran cuerpo de hombros anchos de Enzo, estirado casualmente sobre ella. ¿Tenía que sentarse en la cama de Matías? Había una silla perfectamente buena en la habitación.

-¿Por qué? -dijo Enzo.

-No sé cómo es para usted, pero el sexo es un tema privado para mí -dijo Matías tan calmado como pudo, cortando un trozo de manzana con el cuchillo y llevándoselo a la boca.

Se preguntaba por qué Enzo le permitiría tener un cuchillo, si tuviera alguna ilusión delirante sobre su capacidad física para vencerlo en una lucha.

Era obvio que los músculos de Enzo no eran resultado de ejercicios físicos y una buena dieta. Enzo se movía con la fluidez y confianza de un hombre que sabía usar su cuerpo como un arma.

La pregunta era: ¿Por qué estaba este peligroso, y presumiblemente muy ocupado, hombre perdiendo su tiempo viendo comer a Matías y preguntando cosas que Matías no quería discutir?

Todo era muy desconcertante, especialmente luego de la última noche... después de que Enzo follara su boca, lo besara hasta que los dedos de sus pies literalmente se enroscaran, y luego irse a su dormitorio a follarse a una mujer cuyos gemidos Matías podía oír incluso a través de las dos puertas que separaban sus habitaciones.

Matías frunció los labios.

-No eras una cosita tan mojigata anoche -dijo Enzo.

-Anoche fue un error -dijo Matías con rigidez, mirando los restos de su plato y luchando contra el sonrojo-. No soy... no soy así.

-¿Así cómo? ¿Gay?

-No, obviamente soy gay -Matías levantó los ojos hacia Enzo. Intentó no mirar a las pequeñas matas de pelo oscuro que asomaban debajo de la camisa a medio desabrochar de Enzo. -Mire, tiene una impresión equivocada. No me gustan ese tipo de cosas... no realmente. He tenido cuatro novios y no he hecho nada como eso con ninguno de ellos.

Una sonrisa floja curvó los labios de Enzo.

-Me halagas.

Cuando Matías lo fulminó con la mirada, Enzo sonrió más ampliamente, divertido. La sonrisa realmente alcanzó a su mirada fría, y por primera vez, Matías entendió lo atractivo y encantador que podría ser este hombre si quisiera serlo. La idea lo inquietó.

No quería registrar ese dato.

-No habla muy bien de tus relaciones si no podías contarle a tus parejas qué es lo que te gusta -dijo Enzo, estudiándolo con los ojos entrecerrados.

(Iɴ)ᴄᴏʀʀᴇᴄᴛᴏ | ᴇⁿᶻᵒ ˣ ᴍᵃᵗⁱ́ᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora