The Bodyguard (Clexa)

Capítulo 1.

Habían llegado recientemente a la mansión de la Senadora y, sin perder tiempo, Raven se había despedido, escondiéndose en su estudio y hundiéndose en la silla de su escritorio. Como Jefe de Gabinete tuvo el privilegio de convivir con su loca amiga la Senadora las 24 horas del día, pero, en ocasiones, era más un tormento que un privilegio. 

Aún tenía los nervios de punta por lo sucedido, estaba cansada y necesitaba desesperadamente una ducha, pero primero tenía una reunión que organizar, así que tomó su celular e hizo la llamada.

— Hola, hermosa... — respondió la voz de un hombre después de unos cuantos tonos.

— Hola, adulador... ¡¿nunca te rindes?! ¿Cuántas veces ya te he dicho que conmigo no tienes esperanza?

—Probablemente mil millones de veces, pero qué se puede hacer... la esperanza es la última en morir.

— Jasp, imagino que ya sabes el motivo de mi llamada...

—¿Quieres una cita?

-—Jasper Theodore Jordan, ¡basta! No es tu día. ¿Supongo que aún no has visto las noticias? — lo cuestionó Raven.

—Te imaginas bien. Sabes que me deprimen. ¿Qué pasó? —le preguntó el hombre.

— Ahora no tengo tiempo para explicaciones, crece y aprende a mantenerte al día con lo que sucede en el mundo. Volviendo al motivo de mi llamada telefónica... Necesito contratar a Woods y su equipo. ¿Podrías organizarlo? — dijo Raven, yendo al meollo del asunto.

— Por ti, cariño, haría cualquier cosa. Considéralo hecho. Estará en tu oficina mañana a más tardar a las 9am.

— Bueno... tal vez sea mejor que le digas que venga a la casa de la Senadora Griffin, allí la recibiremos. Nuestras oficinas en el Centro quedarán clausuradas por unos días...

— Ok, lo que quieras. No hay problema.

— Gracias Jasp, te debo una.

— Que pretendo cobrarte pronto... Saludos, hermosa — dijo el hombre, cortando inmediatamente la llamada.

Reyes pudo relajarse por primera vez ese día, se recostó en el respaldo de su silla y cerró los ojos.

— Lexa Woods, sinceramente espero que seas el fenómeno mundial que todos pintan... porque para mantener a salvo esa cabeza dura de mi amiga, se necesita otra cabeza dura — suspiró al viento justo antes de quedarse dormida.

***

A la mañana siguiente, Clarke se levantó temprano, en parte porque estaba cansada de dar vueltas en las sábanas: no había pegado ojo en toda la noche. El ataque la había sacudido más de lo que quería admitir. Su candidatura había levantado bastante revuelo, pero nunca pensó que llegaría tan lejos. Tenía que mantenerse enfocada y seguir su camino, los siguientes meses serían muy desafiantes, entre campaña electoral, discursos, debates y conferencias de prensa, ya se sentía agotada, pero no podía rendirse, no quería decepcionar a sus votantes. Así que, después de darse una ducha rápida y tomar un simple café, se refugió en la oficina de la mansión, dado que la oficial estaría inservible al menos durante un par de días, y se puso a trabajar.

Llevaba más de dos horas leyendo documentos y su vista empezaba a fallar. Se permitió un momento de ocio acercándose a la ventana de la habitación. Miró hacia afuera. Era un hermoso día, el sol ya estaba en lo alto y la temperatura parecía agradable. Las flores del jardín ya estaban floreciendo, señal de que la primavera estaba a la vuelta de la esquina. Suspiró pensando en el día de ayer, el miedo, el caos, lo que podría haber pasado si no hubiera sido solo una advertencia y un escalofrío recorrió su espalda. Cerró los ojos y trató de pensar positivamente, después de todo, no había habido víctimas, sólo algunos heridos leves, y ella no podía ni quería ceder a semejante chantaje. Nunca se lo entregaría a esos psicópatas locos, nunca.