Capítulo 2.

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*Créditos de la imagen a quien correspondan. ♥


Habían pasado dos semanas desde que Lexa Woods conoció a la senadora Griffin y aceptó el puesto de Jefa de Seguridad, pero parecía que había pasado mucho más tiempo. Desde entonces, ella y su equipo se mudaron permanentemente a la mansión de la Senadora. Lexa quedó asombrada cuando vio el sistema de vigilancia, que probablemente databa de la Primera Guerra Mundial, y las cosas no mejoraron cuando Bellamy y Octavia, las escoltas personales de la Senadora, le contaron sus hábitos imprudentes.

El único temor de Woods siempre había sido el de tener que proteger a alguien imprudente, necio, precipitado, leal solo a su deber y descuidado del de los demás, poco cooperativo y arriesgado ante las amenazas dirigidas a él, prácticamente un elemento imposible de proteger. 

Y la senadora Clarke Griffin entraba directamente en esta categoría.

Reyes le había dado todos los detalles sobre el ataque, pero, aunque era inteligente y tenía conocimiento de todos lados, no encontraba un hilo lógico. Los atacantes no habían dejado el menor rastro y ya no sabía a quién acudir. Sumado a esto, llevaba más de una hora teniendo que organizar la agenda de citas públicas de la Senadora y ni siquiera las había mirado, lo mismo con los turnos. El trabajo se estaba acumulando y no podía pensar en nada más que en la Senadora. Su actitud irritante y controvertida la ponía nerviosa, pero también era la persona más altruista que había conocido, excepto que no se preocupaba por sí misma y no se lo ponía fácil ni siquiera a su jefa de seguridad.

— ¡Dios, qué persona más insoportable! — exclamó exasperada.

— ¡Buenos días a usted también, jefa! No he hecho nada todavía esta mañana... ergo, ¿quién es la afortunada? — saludaba la segunda de Woods, Anya Forest.

- ¡Joder, Anya! ¡Pero ya no tocas! Me diste un susto — la regañó Lexa, tratando de calmar su corazón palpitante.

Estaba tan perdida en sus pensamientos que ni siquiera la había oído entrar. Anya había sido parte de su equipo desde sus días en el FBI, junto con Lincoln White. Ellos dos eran la familia que nunca había tenido, con todas las ventajas y desventajas del caso. 

Lexa suspiró sabiendo muy bien que pronto su segunda la bombardearía con un millón de preguntas, a veces odiaba la perspicacia y el sarcasmo de Anya y no sabía si abrazarla o matarla. Sin embargo, en el fondo la amaba y era como una hermana para ella.

— Bueno, en realidad lo hice, pero obviamente estabas demasiado ocupada despotricando contra alguien... y aquí volvemos a la pregunta que evadiste hábilmente... ¿con quién estás enojada?

Exactamente, pensó Lexa, poniendo los ojos en blanco.

—¿Con quién crees? — respondió con ironía, dejando entender su molestia.

El golpe en la puerta impidió a Anya continuar con su interrogatorio para deleite de Lexa, quien se abstuvo de reír ante la expresión de decepción y casi frustración que su amiga había pintado en su rostro.

— ¡Adelante! — Dijo inmediatamente Woods, aprovechando la oportunidad y queriendo cortar de raíz el tercer grado de Anya.

Las dos agentes no se sorprendieron al ver a Lincoln salir de detrás de la puerta.

— Buenos días — las saludó con su entusiasmo habitual.

— White, ¡En que buen momento! Creo que esa sonrisa desaparecerá rápidamente — exclamó Forest. —Creo que hoy amaneció torcida...— añadió luego en un susurro, señalando a su líder.

The Bodyguard (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora