Capítulo 19

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Las horas habían pasado demasiado rápido y el tan temido momento había llegado. El convoy que debía llevar a la senadora al debate estaba listo, sólo faltaba el protagonista indiscutible que la jefa de seguridad tenía la tarea de escoltar.

Lexa, de hecho, ya llevaba un par de minutos frente a la habitación de Clarke, pero aún no había logrado tocar la puerta. La preocupación no le daba tregua; había preparado todo hasta el más mínimo detalle, pero la posibilidad de que algo saliera mal se apoderaba de ella. Lo que la angustiaba aún más era el informe que Anya y Lincoln le habían dado sobre la investigación del topo. Las pruebas recopiladas eran circunstanciales y completamente inútiles; necesitaban una confesión completa para incriminar al topo y no sería fácil conseguirla. Un gran suspiro salió de los labios de Woods justo antes de reunir coraje y tocar la puerta aún cerrada.

—Adelante —escuchó la voz de Clarke dándole permiso para entrar.

Dudó un momento más, luego abrió la puerta y cruzó el umbral. Encontró a Clarke frente al espejo con su iPad en la mano, ella ya estaba lista para partir, solo estaba ordenando sus apuntes, notas e ideas para el evento que pronto le tocaría afrontar.

—Senad... Clarke, es hora —se corrigió, llamando su atención.

Sus miradas se encontraron y, por un segundo, se perdieron la una en la otra, excluyendo a todo el mundo exterior. Fue Clarke quien se despertó primero.

—Estoy lista...—dijo antes de agarrar su chaqueta.

—Antes de irnos necesito hablar contigo...

—¿Las recomendaciones habituales?! —se anticipó la senadora, como si supiera el procedimiento de memoria.

—Si quieres llamarlos así... sí, las recomendaciones habituales con el agregado de esto... —dijo antes de inclinarse y capturar sus labios con los suyos.

El beso tomó a Clarke por sorpresa dejándola sin aliento, fue solo cuando Lexa la abrazó con fuerza que la sorpresa inicial se convirtió en puro sentimiento. Rodeó el cuello de la jefa de seguridad con sus brazos y profundizó el beso, convirtiéndolo en pasión y deseo. Ambas no se dieron cuenta de que esa prisa, ese soltarse en los brazos del otro en ese momento solo podía significar una cosa: miedo. Con miedo de ya no poder abrazar, besar y amar, ese beso podría haber parecido el preludio de un adiós, pero ambas fingieron que no pasó nada.

—Te amo... —susurró Lexa, mientras sus labios se separaban para recuperar el aliento.

—Te amo, Lexa... —repitió Clarke.

—Ahora escúchame... pase lo que pase, quiero que te quedes pegado a mí, Anya o Lincoln, no confíes en nadie más, ¿vale? —comenzó a decir Lexa.

Clarke le frunció el ceño, esa advertencia era cuanto menos extraña, estuvo a punto de pedir explicaciones, pero la voz de Lexa la detuvo.

—Te explicaré todo, lo prometo, pero ahora necesito que confíes en mí, Clarke.

—Confío en ti... —afirmó sin reservas, también quiso agregar que estaba muy asustada, pero se detuvo.

Lexa volvió a tocar sus labios y luego la guio hacia la puerta, era hora de irse.

Una vez que llegaron a los autos, Lexa acompañó a la senadora al auto central donde Reyes ya estaba adentro y el Agente White estaba al volante.

—Hay un cambio de planes... —comentó Lexa, volviéndose hacia el equipo, luego de cerrar la puerta del sedán —. Anya y yo conduciremos los otros coches —explicó a Bellamy y Octavia, quienes se miraron perplejos.

The Bodyguard (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora