Capítulo 7

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Lexa siguió mirando la televisión con incredulidad. Inmediatamente subió el volumen para intentar entender qué había pasado. El periodista de CNN siguió repitiendo la misma información, fragmentada y sin detalles, como si se tratara de una letanía. El titular de la noticia estaba escrito en letras claras superpuestas en la pantalla. Esas pocas palabras, leídas y releídas, no hicieron más que aumentar la exasperación y el miedo de la agente hasta niveles estratosféricos.

"Repetimos para aquellos que acaban de conectar... El coche de la senadora Griffin perdió el control y se salió de la carretera en las colinas de Sacramento. Los servicios de emergencia encontraron los cuerpos carbonizados de dos víctimas, imposibles de identificar".

— No, esto no es posible... —murmuró Lexa en absoluto pánico.

Sin más vacilación, regresó a la habitación y se vistió lo más rápido posible, sin el menor cuidado de ser silenciosa para no despertar a su invitada, ni de ponerse presentable. En ese preciso momento lo único importante era descubrir qué diablos había pasado. Estaba muy preocupada por la senadora... y su equipo. Su corazón latía tan fuerte que estaba segura de que se le saldría del pecho. Semejante tragedia realmente no podría haber sucedido, no, ese demonio rubio que no hacía más que volverla loca no podría haber muerto, ni Anya, ni siquiera Raven o un miembro de su equipo, jamás podría perdonarse a sí misma.

Los escenarios nacidos en su imaginación, mientras se vestía, eran cada uno más aterrador que el otro. Escuchó gemidos provenientes de su invitada, pero no les prestó atención. Se puso la chaqueta y, tras coger las llaves del coche y el móvil, salió corriendo dando un portazo. Se subió al coche y se dirigió hacia la mansión. Solo mientras aceleraba por las calles de Sacramento recordó que no había cogido ni su licencia de conducir ni su placa de policía. Algo así ciertamente no era propio de ella, nunca era descuidada ni distraída, era la persona más astuta y precisa que había en el mundo, pero no pensaba en ello, esa poca información tan fragmentada y parcial, la impulsó a cometer esa locura. Estaba asustada y no podía calmarse.

Lexa se maldijo a sí misma por ser tan imprudente como para abandonar su puesto justo esa noche, ¿y luego por qué? ¡¿Por qué no quiso afrontar lo que pasó con la Senadora?! Ese día libre había sido una pérdida de tiempo inútil. Ese beso la había inquietado de una manera que nunca quiso admitir y la realidad era que ahora solo exacerbaba su miedo y preocupación por el destino de Clarke.

Pisó a fondo el acelerador, zigzagueando entre el tráfico nocturno mientras intentaba contactar con Anya. Intentó llamar a su segunda al mando tres veces, pero las líneas parecían entrecortadas. La señal iba y venía y sólo contribuyó a que su ansiedad aumentara a niveles vertiginosos.

— ¡Maldita sea! — maldijo, golpeando el volante con una mano.

La preocupación no era el único estado mental de Lexa, un sentimiento de culpa se sumaba inexorablemente a una maraña de sentimientos que ya no podía controlar. Su mente no podía dejar de pensar en las noticias que le dolían aún más. Sin embargo, no era sólo preocupación, ansiedad o culpa lo que causaba ese nerviosismo y ese maldito miedo, había algo más, que no quería o no podía definir, pero estaba ahí, inherente en su interior.

Le tomó unos veinte minutos atravesar las puertas de mansión Griffin y su corazón seguía galopando como si hubiera estado corriendo durante más de una hora.

Cuando llegó a la entrada ni siquiera se molestó en estacionar el auto, rápidamente salió y entró en la casa como una posesa, yendo directamente a la habitación donde, solo veinticuatro horas antes había sucedido lo mejor y mas aterrador que había pasado en su vida.

Cuando llegó a la habitación entró sin llamar, pero tan pronto como cruzó el umbral se detuvo de repente. La senadora Griffin estaba allí, sana y salva, sin siquiera un rasguño, tal como la había visto la noche anterior.

The Bodyguard (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora