Capítulo 15

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Abrió los ojos de repente, con ansiedad, miró a su alrededor, pero no podía entender dónde estaba. Estaba todo oscuro, sentía frío, mucho frío. ¿Cómo acabó ahí? ¿Dónde estaba Lexa? ¿Podría ser todo un sueño? Sus palabras, sus besos, su abrazo, su calidez. No, no podría ser solo un sueño. Clarke ya no sabía qué pensar, su corazón comenzó a acelerarse y luchaba cada vez más por respirar, el miedo se estaba apoderando de ella. No podía entender qué había pasado y mucho menos dónde estaba y esto alimentaba el estado de ansiedad que poco a poco la asfixiaba. Un ruido la hizo darse la vuelta. Estaba tan tensa como la cuerda de un violín. Envuelta en la oscuridad, no podía ver nada. Dio unos pasos hacia ese ruido, pero no podía orientarse y el pánico iba en aumento. Un gemido atravesó el silencio y la hizo saltar, se acercó temerosa hacia el ruido, tanteando con las manos extendidas. De repente, un rayo de luz iluminó una pared, sus ojos quedaron cegados y por un instante solo vio una luz blanca, tardó varios segundos en volver a ver. Un grito murió en su garganta y su rostro se puso morado. Desplomada contra la pared estaba Lexa en un charco de sangre. A pesar de su pánico y miedo, Clarke inmediatamente corrió hacia ella. Sin dudarlo, aplicó presión sobre la herida. Le habían disparado en el abdomen y estaba perdiendo mucha sangre.

—Oh Dios, Lexa... abre los ojos —gritó sin recibir respuesta—. Por favor, no me dejes... te necesito —continuó acariciando su rostro—. ¡AYUDA, ¿HAY ALGUIEN AHÍ? ¡POR FAVOR, QUE ALGUIEN ME AYUDE! —gritó a todo pulmón.

Con su mano libre intentó buscar el teléfono, y en cuanto lo encontró, marcó inmediatamente al 911.

—Amor, por favor espera... —murmuró.

—Y ahí está ella, la gran senadora Griffin, temerosa de nada y de nadie, de rodillas llorando como una niña pequeña. Solo me viene a la mente una palabra: ridícula. Nadie te responderá, senadora Griffin, nadie vendrá a ayudarte, te quedaste sola. Es inútil que intentes salvar a la mujer que amas. Porque verás, la mujer por la que luchas para tener en tus brazos murió en un vano intento de salvarte, solo porque no quisiste ceder a nuestras amenazas. La única responsable de la muerte de la persona que amas eres tú —la sobresaltó una voz femenina desconocida.

—Lexa... por favor, amor, no me dejes —susurró presa del pánico, acercándose mas a Lexa en un vano intento de despertarla, tratando de no darle peso a las palabras de la extraña.

—¿Qué pasa... duele la verdad? —Continuó la voz burlándose de ella.

—¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí? —le preguntó exasperada.

—Tú fuiste quien me llamó, senadora... Simplemente acepté tu invitación. ¿Ya no te acuerdas? La conferencia, tu desafío... Estoy aquí y he venido a buscarte — la mujer dijo en un tono escalofriante.

Las lágrimas seguían corriendo por el rostro de Clarke, la desesperación se estaba apoderando de ella, abrazó a Lexa con incredulidad ante las palabras de esa mujer, no podía estar muerta, no podía.

—Espero que tu guardaespaldas fuera al menos bueno en la cama, porque en cuanto a protegerte, uhmm... definitivamente apestaba...

—Maldita hija de puta... —le gruñó.

Un disparo resonó por toda la habitación y la misteriosa mujer cayó al suelo. La senadora se giró y vio a Lexa con el arma en la mano. Sus miradas se encontraron inmediatamente y una sonrisa apareció instintivamente en el rostro de Clarke.

—Clarke... yo... te amo... —susurró en voz baja.

—Te amo, Lexa... Yo también te amo... por favor descansa... —no tuvo tiempo de terminar la frase, Woods cerró los ojos y tomó su último aliento.

—¡LEXAAAAAAAAAA! —gritó.

Se despertó sobresaltado, gritando. Estaba sin aliento, empapada en sudor y con el corazón en riesgo de salirse del pecho. Ella jadeó cuando dos brazos la rodearon por detrás en un tierno abrazo.

The Bodyguard (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora