En el capítulo anterior:
—Clarke, estuviste genial —la felicitó Reyes, yendo a abrazarla.
—Estoy de acuerdo, senadora. ¡Ahora solo queda esperar que la perra muerda el anzuelo! —exclamó Octavia.
—Lo hará —Griffin simplemente murmuró.
Anya entró en la habitación en ese momento, su expresión sombría hizo temer lo peor a todos.
—Lexa acaba de salir del quirófano. Hablé con el médico, todavía está muy grave, en el quirófano tuvo un paro cardíaco y perdió mucha sangre. El pronóstico es reservado, pero si pasa la noche, tiene alguna esperanza —explicó Forest.
—¡Quiero ir a verla! —exclamó Clarke con un tono que no admitía réplicas.
*****
Lexa se encontró tumbada en un prado suave. Se sentó, mirando a su alrededor. La extensión de hierba estaba salpicada de campanillas azules y el aire estaba impregnado de su fragancia. Deslumbrada por el intenso brillo del cielo, se dio cuenta de que no percibía su propio cuerpo, como si careciera de consistencia. Le daba vueltas la cabeza. Preguntas sin respuesta inundaron su mente: ¿cómo había llegado allí? ¿Quizás estaba soñando? ¿O estaba muerta y aquello era el paraíso?
No recordaba nada, como si el pasado y el presente hubieran desaparecido. Se dejó caer nuevamente de espaldas y, al hacerlo, un aviso le pasó por la mente, recordándole que debía mantenerse alejada de los prados llenos de esa especie de flor porque estaban habitados por hadas malignas. Su padre solía citar las leyendas escocesas, porque eran parte de sus orígenes, y entre ellas le vino a la mente una: las Campanillas del Demonio. Así es como se llamaban esas flores, y estaba ahí rodeada de ellas.
De repente, se sintió girar, ser absorbida y hundirse en la oscuridad, acompañada por el eco de un tintineo lejano. La conciencia de lo que había sucedido la rozó, pero el recuerdo se desvaneció antes de que pudiera captarlo. El aroma se volvió desagradable, una mezcla dulzona de efluvios medicinales y flores podridas; el tintineo se desvaneció, reemplazado por un pitido intermitente. Era un sonido familiar, pero su mente aún confusa era incapaz de reconocerlo... poco a poco volvió a percibir su propio cuerpo. No sentía dolor, salvo un ligero pinchazo en el hueco de ambos antebrazos. Sus párpados se entreabrieron. No sabía dónde estaba, solo veía un techo lechoso. Giró la cabeza para mirar a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en un hospital. El pitido alternado era el de su ritmo cardíaco en el monitor, tenía sueros conectados a los brazos. Estaba viva, pero no tenía memoria de lo que había sucedido.
—Despierta, jefa ... ¿cómo te diste cuenta de que era yo?
Esa voz volvió a despertar el recuerdo. Se giró y se llenó de una mezcla de ira y terror al ver a Bellamy Blake sentada junto a su cama. El hombre la miró fijamente con las manos en los apoyabrazos de la silla. El sonido intermitente se aceleró junto con el ritmo de los latidos de su corazón. Intentó hablar, pero no pudo. Era como si el cerebro estuviera desarticulado del resto del cuerpo. Un pensamiento la invadió y la hizo estremecer: "¿Dónde estaba Clarke?".
—No, no te esfuerces inútilmente, ya falta poco, ¿sabes? —continuó él con tono tranquilizador. —¡Vaya, eres realmente dura de roer, Woods, casi logras vencerme! —exclamó, abriendo los ojos que se habían convertido en dos canicas oscuras y brillantes.
—¡Mira lo que te he traído! —añadió, señalando un jarrón de campanillas azules colocado en la mesita de noche —. Los oyes traquetear, ¿cierto? Sabes lo que eso significa, ¿no?
Lexa negó con la cabeza.
—¡Oh, claro que lo sabes! Ahora se te escapa porque tu mente está confundida, necesitas descansar —le espetó Bellamy con una sonrisa malvada en el rostro.
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The Bodyguard (Clexa)
FanfictionTraducción Clexa💚🩵 Clarke Jane Griffin es la senadora más joven y poco convencional de Estados Unidos. Desde el inicio de su mandato siempre ha servido a los intereses de las minorías oprimidas por la sociedad, discriminadas por motivos de raza, o...