Capítulo 5.

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Había pasado un día desde que Lexa siguió sus instintos, actuando por impulso, y no podía pensar en nada más. Las imágenes de ese momento seguían apareciendo en su mente como si todavía las estuviera experimentando.

Lexa agarró la nuca de la Senadora y, sin más, tomó posesión de su boca, tocando esos labios que la estaban volviendo loca. Los ojos de Clarke se abrieron, sorprendida al sentir el sabor de esa boca en la suya, pero solo tocar sus labios provocó una chispa que podría haber prendido fuego a un bosque entero. Ese simple toque gradualmente se volvió más audaz, casi hambriento. La senadora la agarró por las caderas y la atrajo con firmeza, queriendo más contacto entre sus cuerpos. Ambas sabían lo mal que estaba, pero no podían parar. 

Los suspiros se fusionaron, involucrándolas cada vez más. La separación de sus labios unió sus lenguas necesitadas. Los suspiros se convirtieron en gemidos cada vez más lujuriosos, mientras las manos se volvían cada vez más atrevidas, explorando los cuerpos de cada una. Ambas estaban impulsadas ​​por un éxtasis que no podían controlar.

Un ruido sordo las despertó. Lexa inmediatamente se alejó y se puso alerta, sintiendo como si le acabaran de echar un balde de agua helada. Clarke, sin embargo, tardó más en recuperarse, estaba sin aliento, con los labios hinchados y el rostro rojo por la vergüenza que se estaba apoderando de ella.

—Senadora, será mejor que la acompañe a su habitación, necesito revisar el perímetro, puede que no sea seguro... — dijo Lexa, tratando de recuperar ese tono profesional que le faltaba.

Se escondió detrás de su máscara de luchadora mientras miraba a Griffin a los ojos, pero no era tan simple... los ojos azules de la Senadora la estaban devolviendo a hace unos momentos, pero no podía ni debía ceder.

Woods apartó la mirada e invitó a la senadora a seguirla. Clarke no se resistió y, sin decir una palabra, fue conducida a su habitación.

— Buenas noches, Senadora — dijo rápidamente la jefa de Seguridad antes de cerrar la puerta y desaparecer de su vista.

— Buenas noches... Lexa — murmuró Clarke, tocando sus labios aún empapados del sabor de la agente.

***

Lexa se estaba tocando los labios con los dedos en un gesto involuntario, tal como lo había hecho la Senadora esa noche, pero no podía ser. Había sido imprudente, había actuado por instinto, arruinando todas sus reglas y no podía perdonarse por ello, pero tampoco podía olvidar ese beso. Por eso le había pedido a Anya que la reemplazara, dejándola al mando y tomándose el día libre, aunque no era su turno. Necesitaba digerir todo y decidir cómo manejarlo.

No fue difícil evitar las preguntas de Anya sobre todo el asunto. Conocía a su segunda de toda la vida y, cuando ella le dio la excusa de que tenía que irse para regresar con su familia en Los Ángeles, supo muy bien que Anya no le preguntaría nada. Forest era una de las pocas personas en el mundo que conocía bien los problemas de la familia de Lexa: un hermano imprudente, una madre siempre ausente y un padre alcohólico.

Sin embargo, la agente Woods no había partido hacia Los Ángeles, ni siquiera había llegado al aeropuerto, sino que se había quedado allí, en Sacramento. Había optado por la solución más cómoda, quizá más sencilla: un clavo saca otro clavo. 

Así que se había refugiado en su lugar favorito: el Irish Pub, había coqueteado toda la noche con Costia, la rubia bartender del lugar, y ahora miraba fijamente su cuerpo dormido sobre la cama, mientras seguía pensando en otra rubia entregándose a ella, se sentía mentalmente estúpida.

Miró distraídamente el reloj: eran las tres de la mañana y no se podía dormir en absoluto. Los pensamientos y la frustración parecían no darle respiro, así que decidió levantarse y, después de vestirse, se dirigió a la sala. Agarró el control remoto, se tumbó en el sofá y encendió la televisión, convencida de que un poco de televisión basura saludable calmaría el flujo de sus pensamientos, pero mientras hacía zapping se encontró con un informe de CNN que literalmente la dejó sin aliento.

The Bodyguard (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora