Capítulo 20

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Las calles de Sacramento literalmente quedaron patas arriba por Lexa y los dos autos que la perseguían a ella y a la senadora. Los atacantes eran tenaces y parecía que cualquier camino que tomara Woods no los pillaba desprevenidos ni por sorpresa, como si tuvieran a alguien desde arriba que los mantuviera informados de cada movimiento que ideaba la agente para poder dejarlos atrás. Los perdían por ratos, pero al poco tiempo los encontraba pisándole los talones.

Su radio de dos vías y su teléfono celular aún estaban estropeados, por lo que tendría que valerse por sí misma. Ciertamente no era la primera vez, pero esa situación era completamente diferente a las demás; su objetivo era la mujer que amaba y no podía cometer ningún error, nunca se lo perdonaría. En poco tiempo, ella se había convertido en la persona más importante en su vida y haría cualquier cosa para protegerla.

Los dos coches que las perseguían intentaron empujarla fuera de la carretera, pero la agente era una conductora experimentada y trató de mostrarles la misma cortesía. Escuchó disparos, y vio claramente a los atacantes apuntando a los neumáticos para detener la carrera.

—¡QUÉDATE abajo! —le gritó a Clarke, quien se deslizó para cubrirse mejor —. Ahora realmente quiero ver si puedes seguirme el ritmo... —dijo en tono desafiante.

Con un rápido giro a la izquierda, Lexa logró crear una especie de atasco, lo que provocó que el conductor de un camión articulado frenara para evitar el impacto. El remolque volcó y el tractor no fue diferente. Los perseguidores se vieron obligados a detenerse, obstaculizados por el pesado vehículo que bloqueaba toda la vía.

La mirada de la agente permaneció fija en el espejo por un momento, el tiempo suficiente para tomar aire y ver que su maniobra había dado resultado. Sin dudarlo demasiado, aceleró de nuevo y tomó un camino secundario que las llevaría a ella y a la senadora hacia las colinas. Tenía que cubrir sus huellas y encontrar un escondite seguro. Había intentado contactar a Anya y Lincoln nuevamente, pero su radio de dos vías y su teléfono celular parecían estar muertos. Maldijo mentalmente mientras miraba a Clarke. Su cuerpo temblaba como una hoja, el miedo no parecía haberla abandonado ni por un segundo. Agarró su mano y, con un pequeño apretón reconfortante, entrelazó sus dedos, provocando que la senadora la mirara a los ojos.

—Todo va a estar bien, Clarke —le dijo, apretando un poco su agarre.

Clarke no dejó escapar un suspiro, solo asintió mientras miraba sus manos entrelazadas. Ese simple toque tuvo el poder de calmarla total, completamente, como si en ese momento no estuvieran siendo perseguidas por asesinos dispuestos a matarlas, sino como si hubieran salido juntas en su primera cita, que, por cierto, no había sucedido. Aún no había sucedido y, dada la situación, sospechaba firmemente que nunca sucedería. Sacudió la cabeza, fijando nuevamente su mirada en Lexa, quien había vuelto sus ojos a la carretera.

—Lo sé... confío en ti...—se encontró murmurando. Y era verdad, ella confiaba en Lexa más que en nadie.

La agente le sonrió sinceramente, mirándola rápidamente, antes de volver a concentrarse en conducir. Conocía muy bien esa zona y no le habría resultado difícil encontrar un escondite para tapar sus huellas. Lamentablemente, sin embargo, no había tenido en cuenta los disparos realizados durante la persecución, de hecho, el coche empezó a perder velocidad mientras salía humo del capó.

—¡Maldita sea! No necesitábamos esto...—maldijo, golpeando el volante con enojo.

—¿Qué está pasando? —preguntó Clarke instintivamente.

—Lo que pasa es que tenemos que salir de aquí y seguir a pie hacia el bosque... —respondió con vehemencia la agente—. Durante la persecución probablemente golpearon el motor... ¿tienes ganas de caminar? —añadió suavizando el tono.

The Bodyguard (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora