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Estaban terminando de bajar las escaleras cuándo se cruzaron a Uberto entrando a la casa. El mayor no pudo disimular su sorpresa, tampoco la humedad en sus ojos al ver el gesto que había tenido el oji-café para con su hijo y supo que no había otra persona en el mundo que mereciera más a su hijo que el chico frente a él.

No dudó en abrazarlo con algo más de fuerza al momento de saludarse y no evitó sus bajas palabras de agradecimiento.

Elisabeth ni siquiera lo intentó, ella rompió en llanto y llenándolo de besos en el rostro del menor, mientras le decía que era la persona más hermosa que existía, después de su hijo, claro.

Después de ese momento bastante sensible para todos, les dejaron su espacio en la cocina y ellos comenzaron a preparar sus panqueques para poder ver alguna película.

— Recuerdo la primera vez que hicimos panqueques, uno se te cayó al suelo y tú me culpaste a mí. — dijo Joaquín después de haber prendido la hornilla para que la panquequera se calentara.

Bufó y soltó una risa.

— Tú me desconcentraste, dijiste que me iba a caer y fué por eso que pasó. — volvió a defenderse mientras negaba. — ¿No sabes nada de la gravedad? — agregó tratando de imitar la voz y el acento del castaño.

Frunció el ceño y ladeó la cabeza.

— ¿Porqué hablas con esa voz? — cuestionó confundido.

— Tú hablas así.

Negó mientras vertía el líquido.

— Yo no hablo así, así no es mí acento.

Rió. — Yo no hablo así, así no es mí acento. — volvió a intentarlo.

Frunció un poco más el ceño antes de sacar el primer panqueque.

Hola, Joaquín, soy Emilio Osorio. Hola, Joaquín, soy Emilio. — dijo entonces Bondoni imitando al oji-café y haciendo que éste abriese la boca con indignación ya que a él si le había salido mejor la imitación.

— Yo no sueno así. — se quejó tratando de parecer serio, no obstante, la risa que escapó de sus labios no se lo permitió. — Cada día me sorprendes más. — prosiguió volviendo a reír.

Las comisuras de sus labios se elevaron un poco mientras lo veía reír.

— ¿Eso es bueno ó malo?

— Es muy bueno, vida mía. — respondió para después acercarse y besar su mejilla, haciendo que una sonrisa se amplíase en el rostro del menor. — ¿Quieres que termine de hacerlos yo, precioso?

Negó. — Yo puedo hacerlo. ¿Puedes preparar chocolatada?

— Por supuesto.

En cuánto tuvieron todo listo, volvieron a la habitación y después de decidir que película ver, se acomodaron en la cama, dándole play posteriormente.

Estaban terminando sus chocolatadas cuándo la puerta se abrió y una ojinegra junto a una pelinegra se adentraron a la habitación.

— ¡Ojitos lindos! — gritó Elyzabeth acercándose a la cama y sentándose del lado de Joaquín, pero deteniéndose a mirar al oji-café y ladeando un poco la cabeza para después sonreír levemente. — Hola, Emilio. Te ves lindo así.

Bondoni sonrió y asintió.

— Ricitos, mí Emilio siempre es lindo.

Osorio sonrió, algo sonrojado por el halago de los menores.

¿Can I Hold You Again? // Adaptación Emiliaco - 2° Temp. de ¿Puedo Abrazarte?  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora