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Se separaron ambos con sus ojitos rojos y llorosos, pero entonces se sonrieron, lo hicieron cómo hace mucho tiempo no lo hacían. Emilio llevó sus manos a las mejillas del castaño para limpiar sus lágrimas.

— No llores. — dijeron los 2 al mismo tiempo, Joaquín desvió la mirada con timidez mientras Emilio soltaba una baja risa.

— Hace mucho no te veía sonreír, Joaco. —dijo por lo bajo, cómo si fuera un secreto.

Ladeó la cabeza un poco y asintió.

— Hace mucho tiempo que no tenía razones para hacerlo. — respondió. — Pero hoy después de 2.893 días volví a ser feliz.

Sus cejas se levantaron en sorpresa, pero no perdió la sonrisa.

— Esos son muchísimos días. ¿No crees?

— Sí, fueron muchos días sin tí.

Su corazón latió aún más si eso era posible y tuvo que obligarse a tranquilizarse, no quería alarmar al menor cuándo el tonto aparato ese comenzara a sonar.

— Te quiero mucho, Joaquín. — dijo sin pensarlo 2 veces.

Los ámbar volvieron a humedecerse y y se acercó hasta apoyar su frente en el pecho del oji-café.

— Y yo a tí, Emilio. — respondió por lo bajo.

Con cuidado rodeó al castaño entre sus brazos y dejó un casto beso en el cabello castaño de éste.

Se quedaron así un tiempo más hasta que la puerta volvió a abrirse y Bondoni se separó rápidamente de él, poniéndose de pié.

Su madre estaba entrando por la puerta cuándo se quedó estática apoyándose inconscientemente contra la misma cuándo los vió.

— Hola, mamá. — saludó Osorio asintiendo con la cabeza.

Niurka parpadeó y trató de seguir cómo si nada.

— Hola, cariño. Hola, Joaco. — saludó a ambos.

— Hola, Niurka. — devolvió el saludo.

La mujer dió algunos pasos dudosos, pero se acercó hasta sentarse en la silla a un lado de su hijo.

— ¿Cómo te sientes, corazón? — se dirigió a su hijo, alargando su brazo para acariciarle el rostro.

— Estoy bien, mamá. — respondió con una pequeña sonrisa.

Niurka asintió y luego fijó su vista en el castaño.

— Cariño, ya es tarde, ¿Porqué no vas a descansar? Mañana le darán el alta a Emilio, puedes ir a casa a verlo.

Bondoni asintió rápidamente.

— Si, gracias. Entonces te veo mañana, Emi. — dijo ladeando la cabeza.

El oji-café asintió lentamente.

— Te veo mañana, Joaco. Gracias por haberte quedado hasta ésta hora conmigo.

Joaquín negó inmediatamente.

— No tienes que agradecerme ésto, espero que puedas descansar.

Sonrió más ampliamente.

— Gracias, espero que tú también lo hagas. Hasta mañana, Joaco.

— Hasta mañana, Emi. — se despidió. — Hasta mañana, Niurka. — agregó viendo a la mujer, quién le tiró un beso con su mano.

— Hasta mañana, cariño.

El castaño dió un último asentimiento antes de salir de la habitación.

¿Can I Hold You Again? // Adaptación Emiliaco - 2° Temp. de ¿Puedo Abrazarte?  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora