39. Final

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— Dime qué no es cierto, Emilio. — exclamó con diversión la pelinegra mientras limpiaba sus labios de los cuáles había escapado la bebida al carcajear sorpresivamente por las palabras del rizado.

Osorio rodó los ojos divertido mientras terminaba de limpiar sus manos.

— Fué así cómo pasó, lo juro. — respondió levantando sus manos y alzando sus cejas.

Otra carcajada de la pelinegra resonó en la cocina hasta que se calmó y carraspeó su garganta.

— ¿Has pensado en cómo se lo pedirás y cuándo? — preguntó entonces tomando la lata en su mano derecha y llevándosela a los labios.

Negó. — Aún no, creo que se lo pediré mañana por la noche, pero no estoy seguro de si hacerlo frente a todos en la cena ó cuándo estemos a solas. — respondió sentándose frente a la pelinegra. — ¿Tu qué piensas?

Se encogió sus hombros.

— Podría darte ideas, pero yo no seré quién le pida matrimonio, sólo tú sabrás cómo hacerlo de la mejor manera, Mailo. ¿Estás seguro de ésto? Sólo ha pasado 1 año desde que han vuelto a estar juntos.

— Por supuesto que lo estoy, ya hemos estado viviendo juntos desde hace 8 meses y todo ha ido bien.

Leidy asintió lentamente para después sonreírle mientras lo veía fijamente.

— Espero que todo te salga bien entonces, Mailo.

En ese momento, escucharon un agudo lloriqueo y luego unos murmullos provenir desde la sala para después las pisadas rápidas en los escalones.

Emilip sonrió soltando un suspiro mientras se ponía de pié.

— El pequeño Li ha despertado de su siesta. — dijo mientras seguía a Leidy, quién no dudó en salir de la cocina para esperar a su esposa y a su pequeño hijo recién nacido.

Liam Walter Mata Sánchez tenía apenas 1 mes y 2 semanas de nacido, en el cumpleaños de Leidy, fué Elyzabeth quién le sorprendió con el mayor y más preciado regalo, el cuál era una prueba de embarazo y la noticia de que ella se había encargado de buscar a una chica que alquilara su vientre para poder darles a su hijito.








Liam Walter Mata Sánchez

Liam Walter Mata Sánchez

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La ojinegra bajó las escaleras con cuidado mientras traía a su bebé en brazos, seguido por un castaño, quién traía el bolso con el neceser de su ahijado.

— Tranquilo, mí amor, ya está, ya te daré tu alimento. — dijo la ojinegra una vez que bajaron.

— ¿Tiene hambre, amor? — cuestionó la pelinegra acercándose a ellos.

¿Can I Hold You Again? // Adaptación Emiliaco - 2° Temp. de ¿Puedo Abrazarte?  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora